Los iranís, ya sean reformistas o conservadores, cruzan los dedos a la espera del resultado final del escrutinio de las elecciones celebradas el viernes para elegir el Maylis (Parlamento iraní) y laAsamblea de Expertos, el órgano encargado de elegir al líder supremo en caso de fallecimiento. El recuento de los votos avanzaba lento, especialmente en Teherán. “Queremos hacerlo bien. No vamos a sacrificar el rigor por la velocidad”, dijo el ministro del Interior,Fazli Rahmani.

A falta del final de los recuentos y en un país donde no hay sondeos a pie de urna, los primeros resultados avanzados por las agencias semioficiales indicaban que los conservadores van a ser mayoría en ambas instituciones y que los reformistas, pese a las trabas como la eliminación previa de los candidatos más populares, acabarían obteniendo una importante presencia. No es el cambio radical que esperaban muchos jóvenes pero sí supone un nuevo escenario, con los partidarios del deshielo más reforzados que anteriormente.

Ejemplo de ello era la Asamblea de Expertos. Aunque la mayoría de clérigos elegidos fueron conservadores, en Teherán los candidatos más votados fueron dos moderados: el expresidente Alí Hachemi Rafsanyani y el actual presidente Hasán Rohani. Además, algunos de los clérigos más radicales no lograron ser elegidos. La victoria en votos de los candidatos moderados puede dar a los reformistas una influencia clave en una institución que, dada la mala salud del actual líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, puede tener que elegir en los próximos años a la persona con más poder de Irán.

PARTICIPACIÓN DEL 59%

En total, había que recontar los votos de más de 32 millones de personas, de los 55 que tenían derecho al voto. Una participación del 59%. Una cifra que les pareció muy baja a muchos iranís, que esperaban una tasa mucho mayor. De hecho, la participación del viernes estuvo incluso cinco puntos por debajo de la del 2012, cuando los reformistas boicotearon los comicios y solo había la opción de votar por los conservadores, lo que disuadió a muchos votantes.

Una sorpresa acrecentada después de ver las colas kilométricas ante unos colegios electorales donde hubo que ampliar seis horas (hasta medianoche) el horario de votación ante la asistencia masiva de electores.

“Va a ir bien. Los reformistas ganarán. Va a quedar 60% a 40%”, decía Imán, un joven teheraní con ansias de cambio y libertad que se emocionaba con las aglomeraciones de votantes que vio en los colegios electorales. “Lo del día de las elecciones fue maravilloso”, recuerda.

INFORMACIONES CONTRADICTORIAS

Durante toda la jornada, los iranís fueron presa de la incertidumbre, pues las informaciones eran contradictorias. Si a primera hora, el recuento colocaba a los reformistas en cabeza, a media mañana, la situación se revirtió a favor de los conservadores. Al final, ante tanta confusión, todos prefirieron aguardar a las noticias de la noche, donde se aseguró que iban a darse los resultados de Teherán.

El periodista Sadegh Ghorbani, intentando aportar un poco de claridad a la confusión, apuntaba a “una minoría fuerte de los reformistas en el Parlamento”.

PRAGMATISMO

Algunos partidarios de los reformistas, que querían evitarse un disgusto de última hora, se mostraban pragmáticos. “Es muy difícil que consigan la mayoría absoluta. El Consejo de Guardianes de la Revolución había eliminado a la mayoría de sus candidatos”, comenta un joven. Prefiere ser pragmático. “Los reformistas, aunque no sean mayoría, van a ser muy numerosos en el Parlamento. Y eso es bueno. Es mucho mejor que el Parlamento que había y que, por el boicot que los reformistas hicieron en los comicios del 2012, estaba controlado por los conservadores”, añade.

Destacaban por ejemplo la derrota de algunos candidatos extremistas, como el que denunció ante la justicia al ministro de Exteriores iraní,Yavad Zarif, por dar la mano al presidente de EEUU, Barack Obama.

LEGITIMACIÓN DEMOCRÁTICA

Quien desde primera hora se apuntó la victoria fue el sistema, que presentó la significativa participación en las elecciones como una legitimación democrática. El líder supremo, Alí Jamenei, había asegurado que con estas elecciones Irán “le marca un gol a sus enemigos, que decían que el pueblo iraní no iba a participar”.

Mehdi, un teheraní piadoso, confiesa su deseo de que ganen los conservadores “por ser los que más cerca están de las ideas del imán Jomeini”. Este sexuagenario simpático se enardece cuando le toca hablar de su país y no parece ser partidario de la apertura. “Los iranís tenemos nuestra propia ideología. Nosotros no somos liberales, como en Occidente. Hemos decidido seguir nuestro camino. Y hemos de seguirlo”, clama.

DESCONFIANZA RESPECTO A OCCIDENTE

Como Mehdi, muchos iranís, sobre todo aquellos que vivieron la revolución contra el sah y la guerra contra Irak, desconfían de Occidente, no tanto por una cuestión de diferencia religiosa como por la impresión de que se trata de países taimados e intervencionistas. “España no es como Inglaterra o EEUU. Ustedes al menos no quieren controlar Oriente Próximo ni quitarnos nuestras riquezas”, comenta este hombre mayor.

Además, muchos iranís no perdonan el papel que jugaron EEUU y los países europeos en la guerra entre Irán e Irak, vendiendo las armas -incluso las químicas- y ofreciendo informaciones por satélite que facilitaron que las tropas de Sadam Husein masacraran a miles de iranís.