El puesto de embajador norcoreano en Roma está vacante por la desaparición y más que probable huida de su titular. No se sabe nada en las últimas semanas de Jo Song-gil, protagonista de una de las raras deserciones de altos cargos norcoreanos. Permanece oculto y protegido por la policía italiana mientras se resuelve su petición de asilo. Episodios como este descomponen a Pionyang.

El legislador surcoreano Kim Min-ki confirmó ayer, lo que había adelantado el diario Joong Ang Ilbo: el embajador y su familia abandonaron la residencia oficial a principios de noviembre, apenas antes de que expirase la misión diplomática y tuvieran que regresar a Corea del Norte. Las autoridades italianas están cuidando de ellos «en un sitio seguro» mientras resuelven qué hacer, informa el diario surcoreano. El exmandatario, añade, ha pedido asilo político en un país occidental sin identificar.