La catedral de Notre Dame de París será objeto a partir de hoy de la última fase de la delicada operación de desmontaje del andamio instalado antes del incendio para restaurar su célebre aguja. El andamio, que durante el incendio de abril del 2019 «resistió al hundimiento de la aguja pero quedó deformado por el calor del incendio», como recordó el organismo público encargado de la reconstrucción, representa una parte tan capital de la operación que los reponsables han llegado a afirmar que hasta que no esté retirado no se podrá decir que la catedral está a salvo. La retirada de la estructura supone el principal riesgo de derrumbamiento.

Dos equipos se sucederán para serrar los tubos metálicos que se fundieron y que serán retirados gracias a una gran grúa que está montada desde diciembre del pasado año. El trabajo se prolongará todo el verano. El andamiaje, que pesa 200 toneladas, está compuesto de 40.000 piezas, la mitad de las cuales se encuentran a más de 40 metros de altura. En los últimos meses se tuvo que consolidar con unas vigas metálicas en tres niveles para estabilizarlo y evitar el riesgo de que se viniera abajo. Para eso, se instaló un segundo andamiaje que permitirá llevar a cabo la operación.

«El principal momento será la construcción de un andamio encima del andamio quemado para cortar y retirar este último. Esto llevará mucho tiempo porque no puede caer sobre la catedral. Si ocurriera, las tres bóvedas que quedan en pie no aguantarían», dijo en su momento el rector de la catedral, Patrick Chevet. Esa parte ya ha sido superada. Lo que encaran ahora es la recta final de la retirada.

La crisis del covid-19 obligó hace unos meses a suspender las obras, que se reanudaron a finales de abril. Eso, y algunos retrasos que ya se habían acumulado antes, hacen cada vez más difícil cumplir el objetivo que se marcó el presidente francés, Emmanuel Macron, para que Notre Dame sea reconstruida en cinco años.