El asesinato de Jamal Khashoggi, el exiliado periodista saudí, que fue torturado y descuartizado en la embajada de su país en Turquía el pasado 2 de octubre, no es el único crimen presuntamente perpetrado por la monarquía de Arabia Saudí contra ciudadanos considerados disidentes en los últimos años.

El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, "autorizó" una campaña secreta para silenciar a los disidentes con seguimientos, secuestros, detenciones y torturas de ciudadanos de su país, un año antes del asesinato de Khashoggi, según ha informado el diario 'The New York Times'.

El rotativo neoyorquino cita como fuente a funcionarios estadounidenses con acceso a material clasificado. El asesinato del informador saudí formaría parte de esta campaña.

El equipo denominado Grupo Saudí de Intervención Rápida, está involucrado en al menos una docena de operaciones desde el 2017, entre ellas destacan las operaciones de repatriación forzosa de países árabes, torturas en palacios del príncipe y de su padre el rey Salman, según dichas fuentes.

CAMPAÑA DE INTIMIDACIÓN

Algunas de las operaciones clandestinas fueron llevadas a cabo por los mismos integrantes del grupo que presuntamente asesinó y descuartizó a Khashoggi. Estas operaciones han sido consideradas por esos funcionarios y personas cercanas a algunas víctimas saudís como parte de una campaña de intimidación. Como el caso de una profesora de lingüística saudí que había escrito un blog sobre la mujer en su país y que intentó suicidarse después de las torturas psicológicas sufridas.

Fueron tantas las operaciones realizadas por dicho grupo, que uno de sus miembros reclamó al príncipe heredero como responsable del equipo una retribución especial como bonus para celebrar la fiesta del Aid al-Fitr, fiesta que marca el final del ramadán.

Un portavoz de la embajada saudí en Estados Unidos ha declarado a The New York Times' que "el reino se toma muy en serio cualquier alegación de agravio que aleguen las personas pendientes de sentencia o las personas en prisión", rezachando hacer declaraciones sobre el grupo.

El brutal asesinato y desaparición del columnista de 'The Washington Post' ha sido mundialmente condenado y ha puesto en jaque a la monarquía saudí por su implicación en la operación y el constante maltratado a los derechos de los disidentes y ciudadanos críticos con el país.