Turquía abrirá sus fronteras con Europa para que crucen los refugiados que así lo deseen. Es la última amenaza del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a sus vecinos de la Unión Europea.

“No mantuvisteis vuestra promesa -afirmó Erdogan-. Cuando se juntaron 50.000 refugiados en Kapikule (el paso fronterizo terrestre entre Turquía y Bulgaria), gritasteis y empezasteis a decir: '¿Qué haremos cuando Turquía abra la puertas'. Mirad, si vais más lejos, se abrirán esas puertas. Deberíais saberlo”, advirtió ante un congreso de mujeres en Estambul.

Erdogan ha manifestado así su malestar por el voto de este jueves en el Parlamento Europeo en el que la mayoría de la cámara prefirió detener las negociaciones de adhesión de Turquía al bloque en una votación que no es vinculante.

“Ni yo ni mi pueblo nos veremos afectados por estas amenazas vacías”, aseguró el líder turco.

“Nunca tratasteis la humanidad de manera honesta y no cuidasteis de la gente de un modo justo”, apuntó el presidente turco, dirigiéndose a la UE. “No rescatasteis a los bebés que llegaban a las orillas del Mediterráneo. Nosotros somos los que alimentamos a unos 3,5 millones de refugiados en este país”, apostilló, exagerando la cifra real que se estima en el país eurasiático.

Desde el acuerdo migratorio alcanzado entre Bruselas y Ankara el pasado 18 de marzo, la Unión Europea está usando a Turquía como tapón para frenar la llegada de refugiados, migrantes y solicitantes de asilo a cambio de una fuerte inversión en programas de ayuda a estos colectivos, de la liberalización de visados para algunos ciudadanos turcos y de la reapertura de capítulos en la negociación para la adhesión al espacio económico europeo. Pero Ankara -que no cumple por completo sus promesas- asegura que estas contraprestaciones no llegan y utiliza a los refugiados para presionar a sus socios europeos en su favor.

Ni la amenaza de Erdogan ni la táctica de usar a los refugiados en el trato con la UE son nuevas. En una entrevista con El Periódico el pasado año, el experto en migración de la Universidad de Koç (Estambul) Ahmet Içduygu indicó que cuando las negociaciones de adhesión comenzaron (formalmente, en 2005) y había cierto optimismo sobre la entrada en la UE, Turquía detenía a unos cien mil migrantes ilegales cada año. “Pero desde que se atascaron y se sumaron las crisis en Afganistán, Irak y Siria, vuelve a haber un aumento en los números de inmigrantes irregulares”, explicó entonces.

Desde el golpe de Estado fallido del pasado 15 de julio, Bruselas ha aumentado en fuerza y frecuencia sus protestas por la represión de las autoridades turcas a sus ciudadanos en detrimento de los derechos humanos y las libertades fundamentales del país eurasiático, que asimismo cuenta con un numeroso segmento de la población que no quiere entrar en la UE o no cree que la entrada vaya a suceder jamás.