En las vigilias a las puertas de los hospitales suele haber ramos de flores y velas, gente que medita preocupada o invoca la mediación divina para desearle una rápida recuperación a la persona querida. No es el caso de la vigilia organizada por los seguidores de Donald Trump a las puertas del hospital Walter Reed de Bethesda (Maryland), donde el presidente de Estados lleva cuatro días ingresado por coronavirus. Ayer por la mañana, medio centenar de personas enarbolaban banderas y gritaban eslóganes de campaña. Atronaba la música con decibelios más propios de un concierto, desde Sweet Home Alabama a Paint in Black . Una fiesta a la que se sumron con sus cláxones los coches que pasaban frente a la entrada. Unos hacían el signo de la victoria, otros la peineta con el dedo.

Para Ellen Gifford es su segundo día a las puertas del hospital militar. La campaña del presidente les sacó pizzas y galletas el sábado. No hay almuerzo esta mañana, pero sus seguidores no han perdido el ánimo triunfalista, muy alejado de la desesperación que cunde en el Partido Republicano tras el contagio de Trump y su guardia pretoriana a menos de un mes de las elecciones. «Si él no puede dar mítines, nosotros le llevamos el mitin a las puertas del hospital», dice esta peluquera de 63 años.

Gifford no lleva mascarilla, como muchos otros que jalean a Trump en la puerta. «No creo que actuara de forma temeraria. Llevar mascarilla es una elección personal. Ni siquiera los científicos saben si es efectiva», afirma negando el consenso científico. Daniel Granzo también discrepa sobre la efectividad de la mascarilla y se pasea sin ella entre el gentío, con una camiseta de Trump retratado como Terminator. «Volveré», reza su leyenda. Este estudiante de 20 años sí cree que la Casa Blanca debió cometer algún error a tenor de la cascada de positivos por covid-19 que arrecian en su entorno. Pero votará por él.

«Mi madre lleva cuatro meses sin trabajar. Necesitamos reabrir la economía cuanto antes. Hasta que llegó el virus chino, nuestra economía era boyante», dice Granzo. Muy cerca suyo, varios simpatizantes de origen asiático enarbolan pancartas que acusan al Partido Comunista Chino de haber manufacturado el covid-19.

Junto a las banderas de Trump 2020, hay también emblemas del Tea Party y carteles de «Jesús te quiere». Teresa Rodríguez lleva una pancarta de «Mujeres por Trump», un grupo de población que se ha alejado del republicano en las encuestas. «El presidente es un guerrero, saldrá de esta», afirma con convicción.

«La gente le admira porque tiene lo que todos queremos tener: una familia hermosa, sentido del humor y una riqueza increíble. Y todo eso lo ha sacrificado por nosotros». Lo cierto es que estaba casi arruinado cuando entró en política, le dice este periodista. «Esas cosas pasan, hay altibajos en la vida, le pasa a cualquiera», responde Rodríguez. H