De la inversión masiva en infraestructuras nada se sabe. La reforma del sistema tributario se presentó en abril pero no ha despegado, y el plan para reemplazar Obamacare sigue atascado en el Congreso sin visos de solución inmediata. Las grandes promesas de la campaña se amontonan en la mesa de Donald Trump, incapaz de desviar la atención de la trama rusa, que sigue escribiendo nuevos capítulos cada semana que pasa. Las revelaciones sobre la reunión que mantuvo el año pasado su primogénito con una abogada rusa después de que le prometieran información del Kremlin para “incriminar” a Hillary Clinton han vuelto a poner a la Casa Blanca en modo de crisis. Los cuchillos vuelan en sus pasillos y el entorno del presidente vuelve a estar ferozmente a la defensiva.

La reunión que mantuvo Donald Trump Jr. con la abogada Natalia Veselnitskaya, que según el intermediario de la cita representaba al Gobierno ruso, ha dejado a la Casa Blanca sin argumentos. Durante muchos meses sus portavoces han caracterizado el escándalo del ‘Rusiagate’ como una “absurda conspiración” fabricada por la prensa, una “noticia falsa” sin ninguna prueba de que la campaña cooperara con el Kremlin para interferir en las elecciones. Pero esa estrategia ha quedado ahora en evidencia al demostrarse con la reunión que la campaña de Trump estuvo dispuesta a aceptar la ayuda rusa. “La historia rusa se va a hacer cada vez peor y ya no podemos decir que es una noticia falsa”, le ha dicho a ‘Politico’ un asesor de la Casa Blanca.

Los demócratas no han tardado en hacer sangre de la herida. “Nada se ha probado todavía, pero hemos superado la fase de la obstrucción a la justicia en términos de lo que se está investigando”, ha dicho el senador, Tim Kaine. “Esto se está moviendo hacia el perjurio, falso testimonio y potencialmente traición”. Por el momento, nada ha cambiado. El fiscal especial, Robert Mueller, podría presentar eventualmente cargos contra el primogénito de Trump si considera que cometió un delito al aceptar la ayuda de una potencia extranjera en la campaña, pero la posibilidad de que el Congreso abra un proceso político-judicial para apartar al presidente del poder, es extraordinariamente improbable. Los republicanos controlan las dos cámaras y hasta la fecha no hay indicios de que Trump se haya convertido en un obstáculo para la reelección de sus legisladores en 2018. Se pueden contar con los dedos de una mano los conservadores que han criticado el comportamiento de Trump Jr.

CAZA DE BRUJAS

El presidente ha partido este miércoles hacia París para participar en las celebraciones del 14 de julio, la fiesta nacional francesa, a invitación de su nuevo presidente, Emmanuel Macron. Antes de marcharse, sin embargo, aprovechó para defender a su hjo tras la entrevista que concedió la víspera a la cadena conservadora Fox News para dar explicaciones sobre la polémica reunión. “Mi hijo hizo un buen trabajo anoche. Fue abierto, transparente e inocente. Es la mayor caza de brujas de la historia”, ha escrito en Twitter. La entrevista no dejó grandes sopresas.

El heredero del imperio Trump defendió su comportamiento, asegurando que cuando se produjo la reunión en la Trump Tower todavía no había estallado el escándalo del hackeo ruso o que cualquier otra campaña hubiera hecho lo mismo al recibir una oferta de información para dañar a su rival electoral. “Esto fue antes de la fiebre rusa, de la Rusiamanía, de modo que no creo que me pusiera en alerta, que mis antenas se levantaran porque no era el asunto que es hoy”. Junior dijo, en cualquier caso, que “desde la perspectiva actual, probablemente hubiera hecho las cosas un poco distintas” y se ha ofrecido a declarar ante los comités del Senado que investigan la trama.

OPINIÓN FORMADA

En Estados Unidos todo el mundo parece tener una opinión formada de lo que ha sucedido. Algunos medios de la izquierda sostienen que el correo de Trump Jr., en el que dijo estar “encantado” de aceptar la oferta de ayuda rusa, es la ‘smoking gun’ que los investigadores andaban buscando para probar la colusión entre ambos bandos, como lo fueron las cintas grabadas por Nixon en la Casa Blanca, que acabaron hundiendo su presidencia. Para la derecha, en cambio, no hay prueba de que Junior recibiera información icriminatoria sobre Clinton ni hiciera nada con ella.

Mientras colea la resaca de estas últimas revelaciones, el hombre nominado por Trump para sustituir al defenestrado James Comey al frente del FBI se ha enfrentado esta mañana a las preguntas de los senadores en el Congreso. Cristopher Wray, quien sirvió como fiscal federal durante la Administración Bush, se ha comprometido a mantener la imparcialidad del FBI y defender la Constitución por encima de las eventuales presiones del Ejecutivo. “No considero que Mueller esté sumido en una caza de brujas”, ha dicho refiriéndose al fiscal especial. Preguntado qué hará si Trump le ordena alguna cosa ilegal, ha respondido que primero hablará con él y, si es incapaz de disuadirle, dimitirá.