"¿Es posible poner el cuerpo en la bolsa?", preguntó Maher Abdulaziz Mutreb, número dos de la operación, a su compañero. "No, no. Es demasiado pesado y alto. He trabajado siempre con cadáveres. Sé cortarlos bien, pero nunca antes he trabajado con un cuerpo caliente. Me las apañaré. Normalmente me pongo los cascos y escucho música cuando corto cadáveres. Mientras bebo café y fumo. Vamos a hacer lo siguiente: a la que acabe de desmembrarlo, tú envuelves las partes con bolsas de plástico y después las sacas de aquí", explicó, didáctico, Salah Mohammed al Tubaigy, médico forense.

Era martes, 2 de octubre deL 2018. Ambos estaban en una habitación del Consulado de Arabia Saudí en Estambul. "¿Ha llegado ya el animal a sacrificar?", preguntó Mutreb. "Sí, está aquí", contestó un tercero. La hora marcaba la 1.14 del mediodía.

Justo un cuarto de hora antes, el periodista saudí, Jamal Khashoggi, colaborador de The Washington Post y crítico con el régimen de Riad, había entrado en el consulado de su país. Su misión era simple y sencilla: hacerse con unos documentos para casarse con su novia turca, que lo esperaba en la puerta. Pero nunca salió.

Un grupo de 15 personas venidas expresamente desde Arabia Saudí y del que formaban parte Mutreb y Al Tubaigy interceptó al periodista nada más cruzar la puerta del edificio. Este martes, el diario turco Sabah ha filtrado las conversaciones que este grupo de personas tuvo con Khashoggi. Las han recibido de la inteligencia turca, que tenía micrófonos dentro del recinto.

LA CONVERSACIÓN

Esta es la conversación

Mutreb: Déjale un mensaje a tu hijo. Escríbele: Estoy en Estambul. No te preocupes si no puedes contactarme.

Khashoggi: ¿No debería decir secuestrado? ¿Cómo puede pasar algo así en un consulado? No escribiré nada.

Mutreb: Escríbelo, Jamal. Deprisa. Ayúdanos y te ayudaremos, porque al final te acabaremos llevando a Arabia Saudí, y si no nos ayudas ya sabes lo que te podría pasar.

Khashoggi: ¿Me drogaréis?

Al Tubaigy: Te pondremos a dormir.

Khashoggi: Tengo asma. No lo hagáis. Me ahogaréis.

Estas fueron las últimas palabras del periodista. Entonces, según Sabah, en las grabaciones se escucha un forcejeo, la garganta de Khashoggi intentando coger aire. Después, silencio, directamente seguido por el ruido de una sierra eléctrica, que se enciende exactamente a la 1:39 del mediodía. El proceso de corte del cuerpo, realizado por Al Tubaigy, dura 30 minutos. 2 de octubre de 2018.

DESAPARECIDO

A partir de aquí, todo es incierto. Hay distintas versiones sobre lo que ese grupo de hombres, venidos esa misma mañana, hizo con el cadáver. Algunos informes dicen que derritieron el cuerpo con ácido; otros, que lo quemaron en un horno localizado en el sótano del consulado saudí. Sí que hay, sin embargo, una cosa clara: que el cadáver de Jamal Khashoggi, casi un año después de ser asesinado, sigue sin aparecer.

Arabia Saudí se ha desentendido por completo del asunto. La corona saudí asegura que esos 15 hombres actuaron por su cuenta propia y sin seguir órdenes de nadie, algo difícil de creer si se tiene en cuenta cómo funciona Arabia Saudí, donde nada pasa sin que los de arriba den su visto bueno.

Y el de más arriba, en Riad, por supuesto, no es otro que el príncipe heredero saudí, Mohammed Bin Salmán. Según un informe de la ONU, de hecho, hay "evidencias creíbles" de que el Estado saudí estuvo detrás de la muerte del periodista, y que la orden de su asesinato llegó, lo más probable, desde el propio Bin Salmán a través de su mano derecha, Saud al Qahtani.

Mientras tanto, Al Tubaigy, Mutreb, y los demás están siendo juzgados en su país. Ambos se enfrentan a la pena de muerte.