Los creadores de viñetas políticas han sido descritos en ocasiones como los canarios en la mina: cuando desaparecen saltan las alarmas de que la situación se está volviendo demasiado tóxica. Es una imagen que se repitió frecuentemente en Turquía, por ejemplo, cuando se encarceló a varios ilustradores, incluyendo Musa Kart, y ha resucitado ahora que 'The New York Times', en una decisión que ha sido recibida con polémica y debate, ha anunciado que a partir del 1 de julio eliminará de todas sus páginas las viñetas políticas.

Hace ya tiempo que el rotativo neoyorquino había abandonado en su edición estadounidense ese tipo de ilustraciones. Según su director editorial, James Bennet, llevaban más de un año planteándose también retirarlas de la edición internacional, donde seguían apareciendo los trabajos de dos dibujantes fijos, Patrick Chappatte y Heng Kim Song, así como ilustraciones vendidas globalmente por agencias como CartoonArts International. Pero la decisión definitiva no se ha tomado hasta poco después de que se desatara una ola de denuncia por la publicación en abril de una creada por el portugués António Moreira Antunes, en la que Binyamin Netanyahu aparecía como un perro con la estrella de David guiando a un Donald Trump ciego y con kipá.

El 'Times' se disculpó por la publicación de esa viñeta en un editorial en el que escribió que una imagen como esa siempre es peligrosa y en un momento en que el antisemitismo está resurgiendo en el mundo es aún más inaceptable.

Ahora ha ido más allá decidiendo no publicar ninguna ilustración política más. Y aunque el comunicado de Bennet asegura que el diario piensa seguir invirtiendo en formas de periodismo de opinión, incluyendo visual, no ha frenado las críticas y llamadas como las de la organización PEN América a reconsiderar su decisión.

Me temo que esto no va solo de viñetas sino de periodismo y de opinión en general, ha escrito en su página Chappatte, que reconoce el efecto que están teniendo masas moralistas que desatan tormentas desde las redes sociales. Pero el ilustrador recuerda con alerta los intentos políticos alrededor del mundo por silenciar a creadores gráficos, o despidos recientes en EEUU de ilustradores que hacían trabajo que para sus editores era demasiado crítico con Donald Trump, como el premio Pulitzer Nick Anderson. Quizá debamos empezar a preocuparnos y reaccionar, ha escrito.

"DEJAR QUE LA ANSIEDAD SE VUELVA COBARDÍA"

Muchos concuerdan con él. Matt Wuerker, dibujante de 'Politico' y también premio Pulitzer, ha dicho que el derrumbe del espacio para las viñetas políticas y el comentario satírico porque los editores no tienen el valor de defenderse de campañas de escándalo de redes sociales es malo para la libertad de expresión y malo porque el debate político se beneficia de un poco de humor de vez en cuando. Kevin Siers, presidente de la Asociación Americana de Dibujantes de Opinión, ha recordado que las viñetas son vehículos poderosos para expresar opinión por su claridad, lo afilado de su sátira y ha apuntado que ese poder, lógicamente, pone a los editores nerviosos, pero detener completamente su uso es dejar que la ansiedad se vuelva cobardía.

Otros han recordado palabras leídas en 'The New York Times' tras el atentado contra Charlie Hebdo, como las de un editorial que aunque reconociendo que es inherentemente difícil y arriesgado marcar la línea entre expresión que es repugnante y expresión que es peligrosa también aseguraba que cualquier limitación a la libertad de expresión invita abusos del gobierno.

Y ha habido, también, quien como en las mejores viñetas ha acudido al afilado sarcasmo. Daryl Cagle, dibujante y dueño de una empresa que distribuye viñetas (incluyendo las de Chappatte), ha recordado que a veces los editores del Times también han patinado con palabras escritas e irónicamente ha añadido: Les sugeriría que eligieran también no imprimir palabras en el futuro, para ir sobre seguro.