Nueve países de la Unión Europea han reenviado a Italia en lo que va de año a 3.500 inmigrados, de acuerdo con el último informe presentado al Parlamento por el Departamento estatal sobre Libertades civiles e inmigración. Son devueltos por avión y en muchos casos sedados. En el mismo período y hasta el día 18 de este mes han llegado por el mar 'solo' 2.186 personas, mientras la nave 'Sea Watch 3' de una oenegé alemana la única que sigue operando en el Mediterráno central- lleva 14 días esperando frente a la isla de Lampedusa para desembarcar a 43 inmigrantes.

Los inmigrados han sido devueltos de Alemania, Francia, Holanda, Austria, Suiza, Bélgica, Suecia, Gran Bretaña, Luxemburgo y la policía de frontera italiana se ha visto obligada a aceptarlos, porque así lo imponen los reglamentos de Dublín 1, 2 y 3. Dichas normas, acordadas por los 28 países de la UE, imponen que un inmigrado tiene que esperar en el país del primer puerto de llegada la decisión del Gobierno sobre su eventual admisión como refugiado o como caso humanitario, o bien su devolución al país de orígen. Hay que cambiar Dublín, dijo hace un año y ha ido repitiendo desde entonces Matteo Salvini, ministro de Interior, aunque en las seis reuniones de la UE celebradas en el 2018 para cambiar aquellas normas fueron descartadas por todos los eurodiputados de la Liga y de los 5 Estrellas, los dos partidos del Gobierno de Roma.

OTROS SISTEMAS DE TRAVESÍA

Las políticas migratorias del Gobierno populista italiano de puertos cerrados quedan, pues, lejos de cumplirse: mientras los puertos siguen cerrados a las oenegés, Europa devuelve a los huidos y los traficantes de personas se han ingeniado otros sistemas para la travesía, como veleros de lujo que proceden de Grecia, Turquía y Túnez o pesqueros que no faenan pescado sino personas. Llegan a grupos de 10, 30, 40, 50 y no a 700 o 900 de golpe como sucedía antes. En el 2019 se han detectado unos 25 desembarques semejantes.

Una vez arribados a Italia, sucede que muchos de los inmigrados se escapan de los campos de tránsito y acogida, tal vez para reunirse con sus familiares que viven en otros países. Lo hacen viajando clandestinamente por bosques y carreteras, o en trenes y con una cierta pasividad de las autoridades, según ha documentado en varias ocasiones la prensa nacional.

En el 2018 el peso de las llegadas Dublín (por el nombre del tratado) es equiparable a los desembarques, ha dicho en el Parlamento Michele Di Bari, director del departamento Libertades civiles e inmigración. De acuerdo con sus cifras, los devueltos fueron 6.574 y los desembarcados 7.495. Por otra parte, Italia está aún esperando que los países de la UE acojan a 13.000 peticionarios de asilo, acordados con Europa en el 2015.

DEVOLUCIONES EN AVIÓN

A día de hoy y de acuerdo con las cifras facilitadas por los países, el total de los llegados a Italia y que se han fugado serían unos 46.000. Para 40.000 de ellos solamente los gobiernos de Francia y Alemania ya han pedido al de Roma permiso para devolverlos, operación que se hace en avión. Y sedados, según ha escrito el diario 'La Repubblica' sin ser desmentido, ni comentado por los distintos gobiernos interesados.

Mientras, prosigue desde hace 14 días la odisea de la 'See Watch 3' con 43 personas a bordo tras ser rescatadas en el mar. Fácil: la nave lleva bandera holandesa, la oenegé es alemana, que se los repartan. Y secuestro de la nave pirata. Punto, afirma Salvini. El comandante de la nave no quiere forzar la situación porque el último decreto de Interior sobre seguridad prevé una multa y la confiscación de la nave. Varios organismos, entre ellos la ONU y la UE, han pedido inútilmente que Italia deje desembarcar a las 43 personas. El pasado lunes algunos de los inmigrados se dirigieron al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Hacednos desembarcar, piden. Ni en Navidades, ha respondido Salvini.

Mientras tanto, pequeñas embarcaciones, a veces deportivas, llegan a los puertos más inesperados, como los de Cerdeña, donde desembarcan a grupitos de inmigrados. La otra novedad son las naves nodriza, camufladas de pesqueros, que llevan a un centenar de inmigrantes en la bodega y varios botes vacíos a remolque. Se sitúan al límite de las aguas italianas, desembarcan a los que huyen de África y la nave vuelve a Libia. El nuevo sistema ha sido descubierto por los aviones de Frontex, la agencia europea de vigilancia de las fronteras, gracias a la ausencia de gaviotas entorno a la nave, aves que no faltan nunca entorno a un pesquero.