El expresidente egipcio Mohamed Mursi murió ayer mientras comparecía ante el tribunal de El Cairo que le estaba juzgando por presunto espionaje. La fiscalía aseguró que el cuerpo del exmandatario, tras ser examinado en el hospital de la prisión de Tora por los forenses, no presentaba «heridas recientes», descartando así que hubiera sido torturado recientemente. La fiscalía informó de que el exmandatario cayó fulminado al suelo justo después de hablar ante el tribunal desde la jaula en cuyo interior comparecen los procesados en los tribunales egipcios. El exmandatario respondía a la acusación de revelar secretos de Estado a grupos o países extranjeros, como al movimiento palestino Hamás o a la monarquía de Catar.

Mursi, de 67 años, estaba en la cárcel tras el golpe de Estado que dio el Ejército el 3 de julio del 2013. Desde entonces había comparecido varias veces ante la justicia de su país acusado de múltiples cargos y ya había sido condenado a cadena perpetua. En uno de los juicios, en el año 2015, el expresidente fue sentenciado a muerte, aunque después se le anuló la condena.

Los Hermanos Musulmanes calificaron la muerte de Mursi de «asesinato» y desde su web oficial hicieron un llamamiento para que los egipcios acudan en masa al funeral. Las autoridades egipcias declararon el estado de alerta, en especial en la provincia de Sharqiya, en el Delta del Nilo, de donde Mursi era originario y donde se prevé que sea enterrado.

El abogado de Mursi afirmó que la salud de su cliente se había deteriorado durante los seis años que ha pasado en prisión. Su familia denunció que el expresidente era mantenido en régimen de aislamiento y no se le permitían visitas.