El viernes de la ira convocado ayer por los palestinos se tradujo en multitudinarias manifestaciones de protesta en todas las ciudades de Cisjordania y de la Franja de Gaza, así como en numerosos pueblos, e incluso en las poblaciones árabes del interior de Israel. Muchas de las concentraciones desencadenaron choques con las fuerzas de seguridad israelís, que se saldaron con la muerte de un hombre de 30 años en Gaza y con más de 300 heridos, la mayoría por inhalación de humo. El Ejército israelí, además, bombardeó posiciones del movimiento islamista Hamás en Gaza en respuesta al lanzamiento de cohetes desde allí hacia Israel. Según el Ministerio de Sanidad palestino, los bombardeos hirieron a 25 personas en Gaza, entre ellas a seis niños.

Tras la plegaria del mediodía, los palestinos protestaron contra el presidente de EEUU, Donald Trump, quien el miércoles declaró que Jerusalén es la capital de Israel, apartándose de un largo y completo consenso de la comunidad internacional. Esa declaración unilateral fue condenada en los países árabes y en el resto del mundo, especialmente por sus socios más próximos de Europa occidental.

A media tarde, cuando la mayor parte de las protestas en Cisjordania y en la Franja de Gaza habían concluido, todavía tenían lugar algunos enfrentamientos con los soldados en ambos sectores de Palestina. Un portavoz del Ministerio de Sanidad informó entonces de la existencia de más de 300 heridos, de los que alrededor de 60 fueron atendidos o ingresaron en distintos hospitales hasta las 4 de la tarde.

En la Franja de Gaza el número de heridos superó los 120, uno de los cuales se encuentra en estado grave. A primera hora de la tarde, el doctor Ashraf Qader, portavoz del ministerio de Sanidad palestino, confirmó que algunos sufren heridas moderadas, y que la mayoría fueron heridos en localidades cercanas a Israel.

Sin embargo, un poco más tarde, el mismo portavoz del ministerio de Sanidad confirmó la muerte de Mahmud al Masri, un hombre de 30 años que «fue alcanzado por disparos de los soldados» al este de Jan Yunis, una localidad del sur de la Franja.

La mayoría de los heridos inhalaron humo y no precisaron asistencia médica, pero hubo decenas de heridos por balas de goma. Aunque el ejército utilizó en algunas ocasiones fuego real, los soldados se cuidaron de ser demasiado enérgicos en sus intervenciones, quizá siguiendo instrucciones de sus mandos. Ayer, el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, era el primer interesado en demostrar al mundo que Israel defiende la libertad de culto, de ahí que no pusiera restricciones en los accesos a la mezquita Al Aqsa.

Otras concentraciones y protestas tuvieron lugar en distintas latitudes de los mundos árabe e islámico, siempre denunciando la declaración unilateral de EEUU sobre Jerusalén. Las manifestaciones se celebraron en Egipto, Irán, Malasia, Turquía, Paquistán, Indonesia, Yemen, Túnez, Bahrain, Somalia y otros países, incluidos países europeos y americanos.

MÁS PRESIÓN SOBRE ABBÁS / En la escena diplomática, el aislamiento internacional de EEUU quedó de manifiesto durante la reunión de emergencia convocada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para abordar las medidas adoptadas por Donald Trump respecto a Jerusalén. Tanto los países europeos, como los latinoamericanos, pasando por China y Rusia, condenaron el anuncio unilateral de Trump y advirtieron de que «podría generar nuevos enfrentamientos en la región», en palabras del embajador chino. Esas voces críticas denunciaron que la decisión implica la ruptura del consenso internacional y el ninguneo a las resoluciones de la ONU. Jerusalén, aseguró el embajador británico, «tendrá que ser al final la capital compartida de los Estados israelí y palestino», informa Ricardo Mir de Francia.

Las únicas voces discordantes fueron las de los representantes de Israel y EEUU. El primero dijo que fue el Rey David quien convirtió a Jerusalén en capital de Israel «hace más de 3.000 años» y que su país no aceptará imposiciones de la ONU. Por su parte, Nikki Haley, la embajadora estadounidense, pidió calma, reiterando que las decisiones de Trump no prejuzgan el estatus de la ciudad y asegurando que las acciones de su presidente «pretenden avanzar la causa de la paz».

Además, está aumentando la presión sobre el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbás, para que no se reúna con el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, cuando este viaje a la zona en la segunda mitad de diciembre. Mientras que la Casa Blanca le ha advertido que si no lo hace habrá consecuencias negativas.