Boris Johnson deberá luchar por mantener una ventaja de entre 6 y 7 puntos frente a los laboristas en las elecciones generales del 12 de diciembre si quiere conseguir mayoría en el futuro Parlamento y ratificar el brexit. Ayer se cumplió el plazo para las candidaturas a los comicios.

El partido del Brexit, del ultra Nigel Farage, no presenta candidatos en los 317 escaños defendidos por los conservadores para evitar la división del voto del brexit. Un gran favor que a Johnson le parece poco. Los tories han estado presionando sin éxito para que Farage y los suyos se retiren también de las circunscripciones en manos de laboristas y liberales.

Los sondeos dan actualmente una ventaja de en torno a diez puntos a los Conservadores (39%) frente a los Laboristas (29%), sus más inmediatos rivales. Nada ha cambiado en la primera semana de campaña. Los Liberales Demócratas se mantienen (16%) y el Partido del Brexit (8%) pierde dos puntos, en una caída imparable desde que Johnson fue nombrado primer ministro. De confirmarse ese resultado, el primer ministro tendría mayoría suficiente para sacar adelante en enero el acuerdo sobre el brexit.

El profesor John Curtice, el gran gurú del análisis electoral, ve como posibles dos resultados. O bien los conservadores ganan esa mayoría o se quedan con un Parlamento nuevamente en minoría, colgado, como dicen en la jerga británica. Curtice, politólogo de la Universidad de Strathclyde, recuerda que los tories van a perder buena parte de los 13 escaños que tienen en Escocia y otros cuantos más en Inglaterra a favor de los Liberales Demócratas. «El objetivo de los conservadores es conseguir probablemente una ventaja de entorno a los 6 o 7 puntos. Si caen por debajo estaríamos ante un Parlamento en minoría».

Lo que Curtice descarta es que los laboristas ganen con mayoría. «Las posibilidades son cero», afirma rotundo, porque, entre otras razones, no pueden esperar conseguir ganancias en Escocia, su antiguo feudo, ya perdido. Otra causa es la confusa posición sobre el brexit del principal partido de la oposición que le ha hecho perder votos, tanto entre los simpatizantes laboristas proeuropeos como entre los que quieren dejar Europa.