Alberto Fernández y Mauricio Macri, los presidentes electo y saliente de Argentina, se reunieron este lunes en la sede de Gobierno para pactar una transición lo más ordenada posible. Se tomaron juntos una fotografía que escenificó cierta cordialidad pese a la extrema polarización electoral y los odios a flor de piel de una sociedad partida. Pero tanto Fernández como su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, han insistido en que a partir del 10 de diciembre les espera una realidad que han pintado con los colores más oscuros: "ruinas" y "tierra arrasada" han sido palabras frecuentes entre los vencedores de los comicios del domingo.

El peronismo retornará al poder en medio de un panorama que combina el estancamiento con la inflación. Se espera que a finales del 2019 el PIB sufra una caída superior al 3% y que el coste de la vida aumente el 60%. En el entorno de Fernández contabilizan varios frentes de tormenta que pueden convertirse en huracanes. La pobreza, que al cerrar el año azotará al 40% de los argentinos, reclama medidas inmediatas porque el conflicto social está latente y puede volver pronto a la calle. El futuro mandatario quiere poner en marcha la economía lo más rápido posible sobre la base de un acuerdo entre empresarios y sindicatos que llama "pacto social".

La salida del túnel recesivo debe transitarse con provincias quebradas en las que peligra el pago de los salarios a los empleados públicos y un frente financiero externo hostil. El Gobierno de derechas ha suspendido parcialmente los pagos a los acreedoras y el Banco Central (BCRA) afronta un panorama desolador: las reservas se redujeron en 22.000 millones de dólares desde agosto. Para evitar una mayor sangría, la autoridad monetaria decidió en la noche del domingo que los ciudadanos solo podrán adquirir 200 dólares mensuales y no 10.000 como se había estipulado semanas atrás. El precio de la divisa en el mercado informal se disparó mientras Fernández y Macri conversaban.

NEGOCIAR CON ACREEDORES

La deuda externa argentina se duplicó con el macrismo en tiempo récord. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, felicitó a Fernández. "Esperamos colaborar con su administración para enfrentar los desafíos económicos", le dijo. El FMI, por insistencia de Donald Trump, le otorgó a Macri un crédito sin precedentes de 57.000 millones de dólares que en buena parte financió la fuga de capitales. Argentina debe recibir el último tramo de ese crédito.

De acuerdo con el diario 'Ámbito Financiero', Fernández ya ha tendido puentes con los principales acreedores internos y externos. "Hay una propuesta seria y concreta en marcha: cuatro años de plazo, sin quita de capitales y renegociación del pago de intereses". De llegarse a un entendimiento de esa naturaleza, el peronismo se evitaría pagos por 23.000 millones de dólares en el 2020; 13.000 millones en el 2022; 7.000 millones en el 2023 y 4.000 millones durante el último año de gobierno. Los vencimientos comenzarían a abonarse en el 2025, lo que le daría a Fernández un poco de oxígeno para hacer posible lo que ha llamado la "resurrección de las cenizas".

Macri perdió por ocho puntos. Hizo una buena elección pese a la crisis, ayudado por el antiperonismo visceral y un nuevo actor: los evangelistas. El peronismo deberá negociar con la oposición en la Cámara de Diputados, donde no tiene la mayoría alcanzada en el Senado. "Argentina eligió mal", consideró el brasileño Jair Bolsonaro. "No pretendo felicitarlo", dijo sobre Fernández. Argentina puede perder a su principal aliado regional con la ultraderecha manejando los destinos brasieños.