Los venezolanos tienen varias tradiciones para el día de Fin de Año: guardan en su mano unos granos de lentejas para tener prosperidad; caminan por una calle con una maleta a la espera de viajes placenteros o rompen las copas para dejar el pasado atrás. Pero no hay 31 de diciembre sin una mesa bien servida. Uno de los alimentos indispensable estos días es la hallaca, la masa de harina de maíz sazonada con caldo de gallina y rellena con guiso de carne de res, cerdo y gallina o pollo, entre otros ingredientes. El otro, el jamón navideño.

Pero el problema es que en esta ocasión el jamón escasea, lo que ha causado gran malestar. Las protestas por la carestía de alimentos, gas doméstico o agua se han acentuado. El presidente Nicolás Maduro ha responsabilizado a Portugal de la falta de jamones. El Gobierno de Lisboa niega la acusación. «El Gobierno no tiene poderes de sabotear», ha dicho el ministro portugués de Exteriores, Augusto Santos Silva. Las exportaciones, ha añadido, «son competencia de las empresas» y no de las autoridades políticas.

La Asamblea Nacional (AN), controlada por la oposición, ha asegurado que la inflación acumulada en el 2017 ha sido del 1.369%. La inmensa liquidez de billetes en la calle no alcanza para seguir la carrera al alza de los precios. El salario mínimo, que incluye un bono de alimentación, se halla, tras seis aumentos a lo largo del año, en los 450.000 bolívares. Al cambio oficial, 113 euros. Pero si se toma la cotización del mercado negro, que es el que rige la vida cotidiana, la cifra se reduce a 3,7 euros, lo que cuesta un kilo y medio de jamón en el circuito ilegal (contra los 10.000 bolívares que vale a precio subsidiado, pero inalcanzable a estas horas).

La sociedad ha aprendido a soportar todo tipo de rigores. Pero siempre espera cierto alivio en estos días tan señalados. La carencia de jamón es una mala señal. Y Maduro se ha visto obligado a dar una explicación. «Tengo que hablar con ustedes del pernil. ¿Qué pasó con el pernil? Nos sabotearon. Puedo decirlo de un país, Portugal. Estaba listo, porque compramos todo el pernil que había en Venezuela. Pero teníamos que importar y di la orden y firmé los pagos. Pero nos persiguieron las cuentas bancarias, nos persiguieron los dos barcos gigantes que venían, nos sabotearon», dijo en una intervención televisada.

El presidente quiere que todo transcurra como en pasadas fiestas navideñas. Pero de cara al 2018, ha pedido una cuota de resignación.