A las voces que reclaman pensar seriamente qué debería cambiar después de una crisis sanitaria como la del coronavirus se ha sumado este jueves la figura más emblemática del movimiento de los chalecos amarillos.

Priscillia Ludosky, antigua trabajadora de banca de 34 años, lanzó a finales del 2018 una petición on line reclamando una bajada en el precio de la gasolina que logró 1,2 millones de firmas y desencadenó la revuelta de una Francia olvidada e invisible.

Ahora es otra Francia, igual de olvidada e invisible, formada por repartidores, basureros, cajeros de supermercado, enfermeros o agricultores, la que se ha convertido en esencial para mantener en pie al país para quien Ludosky reclama más medios.

"Hemos visto hasta qué punto las profesiones de las que normalmente se hace burla, despreciadas, olvidadas e invisibles están ocupadas por mujeres y hombres que hoy nos salvan la vida al seguir trabajando", dice en una petición dirigida a Emmanuel Macron colgada en la plataforma change.org bajo el título Tras el covid-19: Stop a las desigualdades sociales".

Horas después de publicarse había recogido cerca de 1.500 apoyos. Con esta iniciativa, explica, quiere que los jefes de Estado admitan al fin que hay que repensar los modelos de sociedad, tomar las decisiones de manera colectiva y democrática y no esperar a la siguiente crisis para reducir las desigualdades sociales.

LA ECONOMÍA COMO PRETEXTO

"El día después del covid-19 no deberá acentuar las disfunciones y las derivas con el pretexto de que hay que salvar la economía. Tendrá que ser el resultado de una sociedad solidaria y responsable donde las desigualdades sociales y las alertas climáticas se tengan seriamente en cuenta", advierte.

También denuncia la falta de coordinación europea y aboga por un pacto internacional de lucha contra las desigualdades centrado en la gestión de la crisis sanitaria, economía y poder adquisitivo, medio ambiente y democracia.