No manda ya en el Despacho Oval pero Donald Trump sigue reinando en el Partido Republicano, ahora desde Florida, y al menos en Mar-a-Lago sigue siendo presidente, literalmente, aunque sea del club privado en que reconvirtió en 1993 la propiedad de 10.000 metros cuadrados que compró en 1985.

Desde que el 20 de enero abandonaron Washington para no tener que asistir a la investidura de Joe Biden, el exmandatario y su esposa, Melania, se han instalado en Palm Beach, donde su vida se asemeja bastante a la de otros residentes de la elitista comunidad: hay horas de golf para él (en uno de sus clubs), y horas de spa, muchas, para ella (aunque quizá se reduzcan cuando abra una oficina en Palm Beach para mantener viva su campaña 'Be Best'). Pero cuando acaban las jornadas con una cena al fresco, las ovaciones que suelen recibir al llegar al patio (donde suelen compartir mesa con los padres de la exprimera dama, también instalados en Mar-a-Lago) recuerdan que no son una pareja cualquiera.

La dieta de Trump en el último mes ha incluido platos que estaban en su menú cuando ocupaba el Despacho Oval: panzadas de noticias por cable, golf con aliados políticos o celebridades como Kid Rock y mucho teléfono, aunque según han contado 'Politico' y la CNN ahora Trump es "inaccesible" salvo para un círculo limitado de leales ayudantes, viejos amigos y los más acérrimos aliados políticos. Y ha cobrado papel central en su nutrición un elemento: la venganza hacia todos aquellos que siente que le traicionaron.

A partir de este mes se anticipa que empezará por Mar-a-Lago un desfile de políticos que aspiran a la bendición de Trump. Porque él quiere asegurar que en cada una de las carreras electorales abiertas en 2022 haya un candidato con el sello de aprobación MAGA (Make America Great Again).

Se ve mucho por el club también a Donald Jr. y a su pareja, Kimberly Guilfoyle, involucrados hasta la médula en mantener vigoroso el trumpismo. Y el hijo mayor de Trump, instalado en la cercana localidad de Jupiter, tiene cada vez más peso en el movimiento y llena el espacio que va dejando Ivanka, la descendiente favorita del expresidente.

Jupiter está más cerca de Mar-a-Lago que Miami, donde se han instalado no solo Tiffany, la hija de Trump y Marla Maples, sino también Ivanka y su marido, Jared Kushner, por ahora en un apartamento mientras construyen la casa en el terreno de la exclusiva isla Indian Creek que compraron a Julio Iglesias por 30 millones de dólares. Y la vida de la exasesora de la Casa Blanca ahora incluye horas en la playa (donde se le ha visto leyendo al Dalai Lama) y el mensaje, cristalino, de que no tiene intención de retar al senador Marco Rubio por su escaño.