La localización de los primeros restos del Airbus A320 de EgyptAirque las autoridades egipcias aseguran haber hallado en alta mar, a 290 kilómetros al norte de Alejandría, podría acelerar la investigación sobre las causas del siniestro sin que ninguna hipótesis, incluida la del atentado terrorista, se pueda excluir hasta la fecha.

El Ejército egipcio ha anunciado este viernes que se han encontrado rastros del avión y efectos personales de los pasajeros del vuelo París-El Cairo que, por razones aún envueltas en el misterio, desapareció de los radares sin enviar ninguna señal de socorro, precipitándose en el mar Egeo con 66 personas a bordo.

Una información confirmada luego por el ministro griego de Defensa, Panos Kammenos, quien ha añadido que se trata de "restos humanos, dos asientos y una o varias maletas”.

Además, cerca del lugar donde se perdió la pista del aparato, las imágenes de satélite registradas por la Agencia Espacial Europea (ESA) han detectado una mancha de petróleo de aproximadamente dos kilómetros.

Ahora habrá que determinar si las trazas de fuel localizadas a 40 kilómetros al sureste de la última posición conocida del avión proceden realmente del Airbus de EgyptAir. La ESA ha indicado que el satélite Centinela-2A pasará este domingo sobre la misma zona y que los expertos seguirán analizando las imágenes para recabar más información.

Se amplían los equipos de búsqueda

A las labores de búsqueda lideradas por las autoridades egipcias se han unido efectivos de la Marina griega y un avión patrulla norteamericano. Francia, que ha enviado un Falcon 50 perteneciente a la misión europea de lucha contra la inmigración ilegal en el Mediterráneo, prevé desplazar una patrulla marina y un avión de gran tamaño.

Paralelamente, continúan las especulaciones sobre las causas del extraño comportamiento del avión. Mientras Egipto considera más probable un ataque que un fallo técnico, Francia sigue mostrando prudencia a falta de pruebas tangibles.

Ningún grupo terrorista ha reivindicado de momento estar detrás de la catástrofe, como lo hizo la rama egipcia del Estado Islámico en octubre del 2015 cuando el vuelo 9268 de la aerolínea rusa Metrojetse estrelló en el Sinaí con 224 personas a bordo. Y Washington, que ha analizado las imágenes de satélite de una zona sometida a fuerte vigilancia por su delicada situación geoestratégica, sostiene que nada hace pensar en una explosión en pleno vuelo.

En cualquier caso, las pesquisas en tierra se centran en investigar a todo el personal que pudo tener acceso al avión, desde empleados de mantenimiento o limpieza hasta los de las empresas de 'catering', tanto en el aeropuerto parisino de Charles de Gaulle, de donde despegó el Airbus, como en las escalas anteriores.

Se estudiarán con detalle las secuencias de vídeo que grabaron el embarque y el traslado de maletas a la bodega, así como el perfil de pasajeros y miembros de la tripulación.

Aeropuertos de París (ADP), empresa que gestiona la actividad del Charles de Gaulle, deberá responder a las preguntas de los agentes de la Gendarmería de Transporte Aéreo (GTA) encargados de la investigación oficial. El objetivo es averiguar si, como ha ocurrido en el pasado, se han descubierto trabajadores radicalizados entre el personal de tierra con acceso a las zonas de carga y descarga.

Tras los atentados yihadistas del 2015, los responsables del aeropuerto inspeccionaron minuciosamente las 86.000 autorizaciones de acceso a las zonas reservadas del Charles de Gaulle y entre enero del 2015 y abril del 2016 retiraron o dejaron de renovar más de 600 acreditaciones. A pesar de todo, existen unos 400 casos de radicalización, según fuentes de la investigación citadas por Afp.

Además de verificar posibles fallos en las estrictas medidas de seguridad del aeropuerto parisino, los investigadores deberán analizar qué paso durante el periplo previo del aparato. Antes de despegar de París, el Airbus hizo varios trayectos: en Asmara (Eritrea) Túnez y El Cairo.