Como se temía, la participación en la segunda vuelta de las elecciones municipales francesas está siendo muy escasa. A las 12 horas sólo había votado el 15,29% del censo, tres puntos menos que el pasado 15 de marzo a la misma hora y casi cinco menos que en 2014, según datos del ministerio del Interior.

Tres meses después de la primera vuelta, organizada un día antes del confinamiento, en plena expansión del coronavirus y que se saldó con una abstención record del 55%, 16,5 millones de electores estaban llamados a las urnas para decidir la composición de los equipos municipales en las 4.820 localidades donde el resultado de la primera vuelta no fue definitivo.

Para animar a la participación, se ha facilitado el voto por poderes y quienes no puedan desplazarse debido al covid-19 pueden pedir a policías o gendarmes que acudan a su casa a recojer su voto . Además, se ha reforzado el protocolo sanitario en los colegios electorales, donde las personas mayores tienen prioridad, hay gel hidroalcohólico en la entrada y solo se permiten tres personas de manera simultánea en el interior. La mascarilla es obligatoria.

Yo creo que no hubo suficientes medidas antes y que ahora hay demasiadas, decía Dominique, de 65 años, tras depositar su voto en un colegio del distrito X de París. Para Salomé, periodista de 32 años, si algo se ha demostrado durante la crisis sanitara es la importancia de los alcaldes, en primera línea gestionando la pandemia. Son unas elecciones especialmente importantes. Es mejor tener una ciudad menos estresante, con menos coches, más bicis y más espacios verdes, comentaba.

Este domingo está en juego el futuro político de las grandes ciudades francesas como París, Marsella y Lyon. Las urnas medirán también el avance de los ecologistas y la resistencia de los partidos tradicionales. La formación del presidente Emmanuel Macron, que apenas tiene implantación local, se prepara para encajar un serio revés.

Los equipos municipales tienen un mandato de seis años y se eligen siguiendo un sistema mayoritario y proporcional que depende del tamaño de la localidad.

Si una candidatura supera el 50% de los votos en la primera vuelta no es necesario regresar a las urnas. En caso contrario, las que hayan superado el 10% pasan a la segunda ronda y pueden fusionarse con otras candidaturas que hayan logrado más del 5% de las papeletas.