La aplastante derrota del presidente argentino, Mauricio Macri en las primarias del domingo ha favorecido la aparaición de otro fantasma en las calles y mercados: el del desabastecimiento. El alza de más de 30% del precio del dólar entre lunes y martes y las previsiones de una inflación anual superior al 50% han empezado a dejar su marca en el consumo. Según el diario Ámbito Financiero, ante la creciente incertidumbre política y económica proveedores y comercios «optan por frenar las ventas o suspender la financiación hasta que el panorama se aclare». Han quedado en el aire los contratos de alquileres o adquisiciones de inmuebles pactadas a un valor que ya no existe.

El pan de cada día está puesto en cuestión. También los croissants o las pastas. Los molinos decidieron no entregarán harina a las panaderías hasta que se estabilice el precio de la moneda norteamericana o se fije un valor de referencia para una bolsa de 50 kilos. Los supermercados, en tanto, prevén un incremento de los precios superior al 10%. El sector de los combustibles también está a la espera. Lo único que se sabe es que la gasolina no costará lo mismo que antes de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en las que Macri perdió por 15 puntos ante el peronista Alberto Fernández y enterró sus sueños de ser reelegido en las presidenciales del 27 de octubre. El descalabro ya se siente entre los ciudadanos que tienen una hipoteca. La escalada del dólar ha vuelto impagable los créditos.

Macri no pudo contenerse y responsabilizó a los argentinos que votaron por el peronismo de las turbulencias. «Si el kirchnerismo gana, esto es solo una muestra de lo que puede pasar». Fernández no se demoró en responderle: «¿Qué puedo hacer ahora si no soy nada? Ni siquiera presidente electo. Mi bolígrafo no firma decretos. Si él me quiere escuchar, voy y le cuento lo que hay que hacer. Si Macri piensa que le puedo ayudar, que lo diga».