Las dificultades a las que se enfrenta la Cumbre del Clima de Madrid COP 25 no son pocas. Al reto de logístico de organizar en cuatro semanas una cumbre climática que normalmente exige un año de preparación, se le une el riesgo de una presidencia ostentada por un gobierno, el chileno, que se encuentra contra la cuerdas, con graves dificultades económicas y que podría incluso verse obligado a renunciar si las movilizaciones populares van a más. No es el mejor escenario para pilotar unas siempre complejas negociaciones entre los 186 países participantes.

COMISIÓN INTERMINISTERIAL

Desde el minuto cero en que se acordó trasladar la sede a Madrid, el Gobierno se ha movilizado para ganar tiempo al tiempo. Este lunes se creó una comisión interministerial que ya se ha puesto manos a la obra. No solo se trata de proveer las infraestruturas para que los 25.000 participantes puedan llevar a cabo los trabajos, el transporte y el alojamiento, sino también atender a las casi 200 delegaciones de extranjeros entre las que figurarán un buen número de líderes mundiales.

Las administraciones autonómica y local ya han anunciado un aumento del transporte público mientras que los hoteleros garantizan habitaciones suficientes. Madrid dispone de 90.000 plazas y las capitales del entorno, como Segovia y Toledo, también cuenten con una oferta adicional disponible.

Ante la debilidad del Gobierno chileno, la ONU cuenta con el papel que pueda jugar en la negociaciones la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, en estrecha colaboración con la ministra de Medio Ambiente chilena, Carolina Schmidt. Esta será la encargada de dirigir las conversaciones encaminadas a concluir el reglamento de aplicación del Acuerdo de París y el aumento en las contribuciones de los países en la reducción de emisiones. Ribera no se ha perdido apenas una cumbre en los últimos 15 años y su autoridad en la materia es indiscutible.

THUNBERG

Otra de las posibles protagonistas del evento, Greta Thunberg, ha emprendido el viaje hacia España aunque aún no sabe como cruzará el Atlántico. La adolescente sueca, que no coge el avión por su alto nivel contaminante, se encontraba en Los Ángeles cuando se enteró de que la cumbre había cambiado de sede. Al día siguiente, el viernes, empezó a viajar "hacia el este a través de los bellos Estados del sur de EEUU para llegar al a Costa Este", según ha contado en Twitter. Allí espera encontrar, "con suerte, un transporte a la COP25 en Madrid". La ministra Teresa Ribera le ofreció ayuda para desplazarse pero la activista por el momento no ha respondido.