“Ya no se habla de que las FARC se van a desarmar, sino de cómo entregarán hasta su última pistola”, dijo el presidente Juan Manuel Santos después de que el Gobierno colombiano y las insurgencia dieran a conocer los protocolos para aplicar el acuerdo sobre 'Cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y dejación de las armas', anunciado el pasado 23 de junio. En virtud de eseacuerdo histórico, y antes de la firma de la paz que pondrá fin a un conflicto armado que se remonta a 1964, la guerrilla se ubicará en 23 zonas y 8 campamentos que serán vigilados por la propia insurgencia, el Estado y la ONU para que se cumpla lo pactado.

Según el comunicado dado a conocer en La Habana, “el Estado Social de Derecho “regirá en todo momento en esos territorios. Las FARC se han comprometido a entregarle a la ONU toda la información en sus manos sobre sus fuerzas. El armamento pesado será entregado a partir de los dos meses después de la firma de la paz. En caso de que se presenten incidentes que comprometan el cumplimiento del 'Cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo', el grupo de monitoreo “recogerá la información y la enviará a la instancia regional o nacional según el caso, para que se haga la evaluación de los hechos”. La “evaluación final” de lo ocurrido quedará a cargo de la ONU, “con imparcialidad y transparencia”. En su reporte, “podrá dar recomendaciones y contribuir a que se diriman controversias”.

LOS 35 MANDAMIENTOS

La revista bogotana 'Semana' destacó la importancia de los “35 mandamientos” que el Gobierno y las FARC deben cumplir. Las partes se comprometieron a no entrar en contacto armado, ocultar información, utilizar lenguaje difamatorio, realizar acciones que atenten contra la integridad física o moral de la contraparte, usar las rutas de desplazamiento para fines con no han sido estipulados o afectar los derechos y libertades de la población civil. En lo que respecta exclusivamente a la guerrilla, esta no puede tener presencia armada y uniformada fuera de los campamentos, adquirir, fabricar, portar o transportar armas municiones y explosivos no autorizados, interferir en el normal desarrollo de las funciones de las autoridades civiles, militares y de policía. Tampoco debe cometer actos de destrucción o de daño material, de las obras e instalaciones, infraestructura, instalaciones gubernamentales y de la Fuerza Pública ni aumentar su capacidad de combate.

El Gobierno no puede tener trato discriminatorio con el personal objeto de este acuerdo, realizar vuelos militares por debajo de 5.000 pies, ejecutar operaciones de acción ofensiva contra integrantes de las FARC que cumplan el acuerdo. Se le ha prohibido obstaculizar el desplazamiento de los insurgentes las zonas acordadas ni su eventual atención médica.

EL RECHAZO DE URIBE

Para Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del presidente Santos, se ha dado “un paso concreto” para materializar lo convenido el 23 de junio. Santos calificó de “muy importante” el anuncio de La Habana. A su criterio, es una muestra de la seriedad con la que se ha encarado el proceso de paz desde finales de 2012. Una vez que eso ocurra, las FARC “desaparecen como grupo armado y desaparece ese conflicto armado con esa organización”. Iván Márquez, integrante de la cúpula insurgente y uno de los que participantes de las negociaciones en Cuba,aseguró que el desplazamiento de los guerrilleros hacia las zonas designadas y el abandono de las armas “están supeditados a la puesta en vigor de las normas que garanticen la seguridad jurídica, social y política” de sus integrantes.” Deberá en consecuencia estar refrendado y en efectivo desarrollo el Acuerdo Final”, añadió.

Una vez que eso suceda, se convocará a un plebiscito para que la sociedad avale o rechaza lo negociado. El expresidente Álvaro Uribeno ha esperado la fecha de la consulta: ya se ha lanzado a las calles para defender la opción del 'no' al acuerdo de paz. “El Gobierno primero había pensado en el referéndum, un mecanismo en el que se le pregunta a la ciudadanía punto por punto si está de acuerdo o no, pero después el Gobierno desistió del referéndum y le apostó al plebiscito que solo tiene una pregunta: aprueba los acuerdos 'sí' o 'no', dijo.