El Gobierno francés y los sindicatos volvieron ayer a medir fuerzas durante la tercera jornada de protestas contra la reforma de las pensiones en lo que va de mes mientras los paros en los transportes encadenaban su 13º día consecutivo poniendo a prueba la paciencia de los usuarios. De momento, nadie se mueve. El primer ministro, Edouard Philippe, advertía en la Asamblea Nacional de que su determinación para llevar a cabo la reforma era «total» mientras miles de personas se manifestaban en las principales ciudades francesas: 615.000, según el Ministerio del Interior, menos que las 806.000 que salieron el 5 de diciembre. En París, en cambio, hubo 76.000 manifestantes, 11.000 más que hace dos semanas. La CGT elevó la cifra de participantes a 1,8 millones.

El nuevo pulso sobre las pensiones se produce en vísperas de la reunión que mantendrán los agentes sociales con el Gobierno, debilitado tras la dimisión del arquitecto de la reforma, Jean Paul Delevoye, acusado de conflicto de intereses. Es también la primera vez en años que salen a la calle todos los sindicatos, incluido el mayoritario y reformista CFDT, el único que apoya un sistema universal para fusionar los 42 regímenes actuales de jubilación.

Sin embargo, la unión sindical no significa que coincidan en el objetivo y por eso en París sus líderes desfilaron por separado. Mientras la CGT y otras cuatro centrales sindicales reclaman la retirada íntegra del proyecto, la CFDT exige solo eliminar la edad de equilibrio, que daría derecho a cobrar el 100% de la pensión a los 64 años pese a mantener la edad de jubilación en los 62. Lejos de calmar los ánimos, la presentación de la reforma que hizo el primer ministro hace una semana dejó un reguero de insatisfechos. Muchos de los colectivos a los que Philippe intentó convencer de las bondades del sistema universal por puntos estaban ayer en la calle.

Profesores, personal sanitario, bomberos, abogados, funcionarios, trabajadores de la Ópera de París o del ferrocarril se mostraban dispuestos a aguantar lo que haga falta.

«Somos más fuertes y somos más. No habrá tregua en Navidad», decía sonriente Véronique, trabajadora de la empresa estatal de ferrocarril de 42 años, en la plaza de la República, desde donde partió el desfile parisino. Para Jean Baptiste, bombero de 37 años y representante sindical, tampoco era una opción abandonar la movilización antes de conseguir que se reconozca la peligrosidad de su oficio en el futuro sistema de pensiones.

«La reforma por puntos no la retirarán por una cuestión política. La necesitan para atraer a la derecha y ganar las próximas elecciones presidenciales», auguraba Herminia, enfermera de 47 años de los hospitales de París, que teme una pensión más baja con el nuevo sistema. «Ahora me puedo jubilar con 62 años, con la reforma de Macron me jubilaré con 67. Igual lo que quieren es que trabajemos toda la vida y luego nos muramos, así no hay que pagar jubilaciones. Es una reforma radical», ironizaba Mélanie, de 46 años, asalariada de la SNCF.

TRENES CANCELADOS / La manifestación de París transcurrió en un ambiente festivo. Solo hubo algunos incidentes al finalizar la marcha en la plaza de la Nación. La Policía hizo casi 4.000 controles y detuvo a 27 personas.

Por otro lado, los paros en trenes y metros complicaron nuevamente los desplazamientos sin que se atisbase una mejora para los próximos días. La compañía estatal de ferrocarril (SNCF) intenta ofrecer servicio a los usuarios que tienen billete para estas Navidades, pero aun así dejará en la estacada a 250.000 viajeros cuyo tren se ha anulado.

Su previsión es que entre el 19 y el 22 de diciembre circulen entre el 50% y el 60% de los trenes. Como el pasado 5 de diciembre, la huelga de personal obligó a la Torre Eiffel a cerrar sus puertas al público.