Los certificados de defunción del pacto entre el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la ultraderechista Liga de Matteo Salvini estaban ya casi en la imprenta cuando los malabarismos políticos de unos y otros alumbraron al último minuto —era mayo— al autodenominado "Gobierno del cambio". Sin embargo, al cumplirse esta semana los primeros cien días del M5S y la Liga en el poder, el nuevo curso político italiano deja atrás una tormenta que, de momento, ha sido básicamente política, mediática y social. Los logros efectivos del nuevo Gobierno transalpino son todavía mínimos.

Un ejemplo está en las promesas electorales más sonadas de las dos formaciones: la renta mínima para personas en situación de pobreza, prometida por el M5S, y la llamada 'flat tax’, una especie de impuesto único propuesto por la Liga. Ni la primera ni la segunda se han realizado, ni hay una fecha segura sobre cuándo y cómo estas medidas se llevarán adelante y empezarán a discutirse seriamente en el Parlamento italiano.

Reuniones relámpago

En el tiempo transcurrido a cargo de Italia, el nuevo Consejo de Ministros se ha reunido 17 veces, en reuniones relámpago que han durado un promedio de 50 minutos. Y no se ha distinguido por su producción legislativa. En total, el Gobierno que preside nominalmente Giuseppe Conte ha aprobado seis decretos ley y 17 decretos legislativos. Bastante menos que el precedente Gobierno de Paolo Gentiloni, el cual, en ese mismo lapso de tiempo, dio luz verde a 8 decretos ley y 52 decretos legislativos (mientras que Matteo Renzi aprobó, respectivamente, 11 y 24).

Además de ello, de los decretos aprobados, solo uno ha sido una clara victoria política: el llamado ‘decreto dignidad’. Una reforma que, entre otros, ha establecido mayores costos para las empresas en caso de despidos injustos, redujo de 36 a 24 meses la duración máxima de los contratos temporales — bajo la esperanza de incentivar el contratante a dar estabilidad laboral a sus empleados— y que subió hasta los 36 meses la indemnización máxima en caso de despido improcedente (anteriormente era de 24 meses).

Sin embargo, esta nueva ley, aprobada en pleno agosto, fue recibida con una incendiaria reacción por parte de la patronal de empresarios, la poderosa Confindustria, y también levantó críticas entre los trabajadores, en los sindicatos e incluso en el Instituto Nacional de Previsión Social. Más aún, también suscitó malestar en el norte de Italia, en los mismísimos bastiones de la Liga. Allí donde muchos empresarios se preguntan ahora "cómo puede ser que Salvini haya cedido toda la política económica al M5S", como explicaba hace unos días un empresario italiano a EL PERIÓDICO.

Las vacunas infantiles

En este sentido, el caso puso en evidencia no solo los choques con la clase política y los poderes tradicionales italianos, si no también el pecado original en el que está fundada la alianza entre el M5S y la Liga, es decir, que sus políticas y los votantes a los que hablan no siempre se encuentran en sintonía. De ahí que las rectificaciones y cambios de opinión del nuevo Ejecutivo hayan sido frecuentes también sobre temas como la obligatoriedad de las vacunas infantiles. Algo que, dicen los sondeos y subrayan los observadores locales, ha beneficiado principalmente a Salvini, el jefe de la Liga.

Tanto así que la popularidad de esta formación ha llegado al 32%, casi el doble que el resultado de las elecciones de marzo. Una circunstancia que los sociólogos remiten a la ruptura social creada por la última gran recesión que golpeó a Europa y a la mentira, amplificada a través de 'bots' y 'trolls', de una "invasión" de inmigrantes. Así, sin grandes sobresaltos, la Liga ha llevado adelante medidas como desplazar 42 millones de euros de los fondos para la acogida de refugiados a programas para la repatriación y reducir de 35 a 28 euros el dinero destinado a los expatriados.

Y todo esto pese a que, en su lucha contra la inmigración, tema sobre el cual la Liga ha encauzado gran parte de sus esfuerzos desde que está en el poder —con medidas que incluyeron el bloqueo de las misiones de las oenegés que operaban en el Mediterráneo, para disminuir las llegadas al país—, el nuevo Ejecutivo también ha protagonizado enfrentamientos institucionales insólitos aun en un país como Italia. A finales de agosto, se volvió a demostrar.

El 'caso Diciotti'

Por su gestión del caso del buque 'Diciotti' de la Guardia Costera italiana, que rescató a 177 inmigrantes y estuvo durante 10 días sin permiso para atracar en puertos italianos, Salvini ha acabado siendo acusado por la fiscalía de Agrigento (Sicilia) de cinco delitos. Entre estos, el más llamativo es el secuestro de personas con objetivo de coacción a la Unión Europea para que aceptara la petición del ministro de redistribuirlos en otros países europeos.

En otros casos, en cambio, ha sido el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien medió para evitar que la situación se agravase. Ni la incautación de 49 millones de euros malversados por la Liga, confirmada el jueves por la Justicia italiana, ha agrietado de momento la imagen ‘antiestablishment’ que Salvini quiere dar de sí.

Un discurso, este último, que también ha trastocado el tablero geoestratégico europeo, colocando a Italia más cerca de la Hungría de Víctor Orbán —con quien Salvini ya se reunió—, de la Francia de Marine Le Pen y del Gobierno austríaco. Y más lejos de los Gobiernos de Francia y España, países cuyos mandatarios han sido reiteradamente criticados por Salvini, con el runrún de fondo de las elecciones europeas del mes de mayo.