La reforma de las pensiones sigue atascada en un punto que parece irrenunciable para el primer ministro francés, Edouard Philippe, y del que no quiere ni oír hablar el sindicato moderado CFDT, que tiene una de las llaves para desbloquear la negociación. Situar la jubilación en los 64 años para, según los cálculos del Ejecutivo, lograr el equilibrio financiero del sistema está en el centro de todos los debates. Los últimos encuentros han servido para avanzar poco, aunque el Gobierno ha fisurado el frágil frente sindical ampliando el abanico de temas negociables con las centrales que apoyan el nuevo sistema universal por puntos destinado a unificar los 42 regímenes actuales. El sindicato UNSA ha pedido a los trabajadores en huelga de la empresa estatal de ferrocarril (SNCF) una «pausa» hasta principios de enero, cuando se vuelva a retomar el diálogo. La CGT y Fuerza Obrera (FO), opuestos al futuro método de cálculo de las pensiones, siguen reclamando la retirada del texto y han convocado una jornada de movilización para el 9 de enero. Las centrales rechazan la pretensión del Ejecutivo de alargar dos años la edad de jubilación, ahora situada en los 62.