Brasil, con 211 millones de habitantes, ya se ha convertido en uno de los 10 países más afectado por el covid-19, junto con Estados Unidos, China, Italia y España, entre otros. Al mismo tiempo que es ya el país de América Latina más afectado por la pandemia, con más de 87.000 casos y unos 6.000 fallecidos, según las autoridades regionales.

Una de las razones de esta ola de contagios se encuentra en el rechazo del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro a imponer la cuarentena y su subestimación de una pandemia a la que describió al principio como una «gripecita». Esas palabras provocaron una inmediata reacción en la sociedad.

A principios del mes de abril, el 60% de los brasileños estuvo de acuerdo con el autoaislamiento. Ese apoyo bajó ocho puntos. Se teme que crezca la desobediencia. Hay algunos indicios. Una influencer paulista se ha jactado en Instagram de haber realizado una concurrida fiesta.

Muchos cariocas pasean con negligencia por la playa de un Río de Janeiro donde comienzan a faltar las camas en los hospitales para tratar a todos los enfermos, muchos de ellos graves, por el coronavirus.

En el barrio União de Vila Nova, en el extremo este de Sao Paulo, sus residentes regresaron a las calles. «Ahora que el presidente Bolsonaro va a dar dinero, todo estará bien», dicen en referencia a los magros subsidios económicos, sin saber que lo peor de la crisis sanitaria está por venir. abel gilbert