Inicialmente considerada como una aplicación para adolescentes sin más recorrido que un naif pasatiempo de vídeos musicales acompañados de baile, TikTok ha pasado a ser vista como una amenaza para muchos gobiernos. La popular aplicación china, de la empresa ByteDance, colocada por delante de Instagram con 1.500 millones de descargas, molesta. Por varios motivos; primero, se ha adivinado un potente altavoz de jóvenes activistas y, además, tiene todas las características necesarias para convertirse en una herramienta de espionaje a gran escala en manos del gigante asiático.

En el punto de mira ya de EEUU, la India, Indonesia, Bangladés y Australia, la plataforma anunció ayer que dejará de operar en Hong Kong tras la entrada en vigor de la ley de seguridad nacional que China ha promulgado para el territorio semiautónomo, ya que la compañía está obligada a facilitar datos de los usuarios a Pekín en el caso de ser requeridos y se ha negado.

Ahora Hong Kong y antes la India, donde un total de medio centener de aplicaciones, todas ellas chinas, fueron bloqueadas. El Gobierno de Nueva Delhi consideró que representan una amenaza para su soberanía digital.

EEUU tampoco es ajeno a la cruzada contra la aplicación china. El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, confirmó ayer que Washington se está planteando restringir el acceso de sus ciudadanos a esta aplicación al asegurar que puede estar siendo utilizada por China para espiar a los usuarios. Una sospecha, la de EEUU, que se enmarca en un contexto de tensiones con el gigante asiático que van desde la guerra comercial hasta los constantes encontronazos por el coronavirus.

Pero las reticencias se remontan en el tiempo. El episodio más significativo fue el del mitin de Trump en Tusla (Oklahoma) el 25 de junio. El pabellón no se llenó y todas las fotos registraron asientos vacíos. El presunto boicot se realizó a través de TikTok, donde se corrió como la pólvora que se compraran entradas para luego no asistir al acto electoral.