Con el creciente interés mundial por la Ruta Marítima del Norte (NSR) vienen también aparejados nuevos motivos de fricción entre Rusia y Occidente. Las autoridades rusas decretaron hace unos meses una batería de nuevas y estrictas regulaciones para el pasaje de buques militares y de mercancías en el océano Ártico, un gesto que de inmediato fue contestado y rechazado desde EEUU. Jugando con el término guerra fría, el diario progubernamental Izvestia titulaba así un articulo fechado el pasado 6 de marzo: Una ola fría; se han decretado nuevas reglas de navegación para los extranjeros en la ruta norte.

Las normas en cuestión son detalladas, y exigen a cualquier buque bajo pabellón extranjero notificar con una antelación de 45 días su plan de navegación a través de la NSR, incluyendo el nombre y los principales parámetros de la nave, las toneladas desplazadas y las características del motor. En el caso de un buque militar, se exige el nombre y el rango militar del capitán.

Las naves estarán obligadas a llevar a bordo a un piloto ruso, que les ayudará ante las condiciones cambiantes del hielo. Moscú se reserva el derecho a negar el permiso de navegación y a adoptar medidas «extraordinarias» en el caso del pasaje de un buque que no ha recibido autorización previa. «La NSR pasa enteramente por las aguas territoriales de Rusia, y nuestro país tiene el derecho de regular la navegación a través de toda la ruta», ha declarado Kamil Bekyasehv, vicepresidente de la Asociación Rusa para la Ley Marítima.

Estados Unidos no ha tardado en refutar las pretensiones del Kremlin. En mayo, el secretario de Estado nortemaericano, Mike Pompeo, dedicó una potente diatriba contra las nuevas regulaciones rusas y aseguró que eran «ilegales». «Rusia ya está marcando terreno respecto a la NSR... Moscú está exigiendo, ilegalmente, que otras naciones soliciten permiso de pasaje» en el Ártico, dijo el responsable estadounidense.

La Ley del Mar

Desde hace años, Washington viene sosteniendo que la ruta debe estar abierta a todos los buques y países, de acuerdo con lo estipulado en la Ley del Mar, que garantiza el derecho al «paso inocente» de buques por las aguas territoriales de otro país.

Las diferencias de criterio entre Rusia y Occidente amenazan con propiciar nuevos episodios propios de la guerra fría en el Ártico, consideran los expertos. El pasado año, un buque militar francés de apoyo atravesó la ruta sin previa notificación, en medio de la indignación rusa.

Con las tensiones geopolíticas a flor de piel, Moscú invoca el artículo 234 de la mencionada ley, que concede a los estados costeros del Ártico «derechos especiales» para regular la navegación con la finalidad de preservar, reducir y controlar la polución marina en las áreas dentro de sus aguas territoriales.