Mientras ciudades y países enteros se cierran sobre sí mismos para tratar de contener la propagación de la pandemia de COVID-19 y evitar el colapso de sus sistemas sanitarios, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha lanzado este jueves un importante mensaje y recordatorio en el que reclama no perder de vista otra perspectiva de la crisis del coronavirus: la global.

Las respuestas actuales a niveles nacionales no lidiarán con la escala global y la complejidad de esta crisis”, ha dicho en una rueda de prensa digital desde la sede central del organismo en Nueva York el portugués, que ha urgido a la “solidaridad” y a una “acción política coordinada, decisiva e innovadora de las principales economías del mundo”.

Su mensaje central es que “estamos en situación sin precedentes” en la que “las reglas normales ya no aplican”. Son, según sus palabras, “tiempos inusuales” en los que “no podemos recurrir a las herramientas habituales” y donde “la creatividad de la respuesta debe estar a la par de la naturaleza única de esta crisis y la magnitud debe cuadrar con su escala”.

"SOBRE TODO UNA CRISIS HUMANA"

A Guterres no se le escapa que se vive una crisis con varios factores, incluyendo el sanitario, el económico y el social. Es consciente de que el mundo puede dar por prácticamente cierta una “recesión global quizá de dimensiones récord”. Tampoco pierde de vista que los trabajadores de todo el mundo pueden perder hasta 3,4 billones de dólares en ingresos para finales de año según cálculos de la Organización Mundial de Trabajo. Está convencido, no obstante, de que esta es “sobre todo una crisis humana”, donde “se está destrozando el tejido social” y la gente “sufre, enferma y tiene miedo”. Y también de que, una vez más, hay que reconocer que “los países más pobres y los más vulnerables serán los más duramente golpeados”.

Con esa radiografía, Guterres ha hecho una propuesta en la que ha combinado propuestas para la crisis sanitaria con las de respuesta al impacto social y económico. Y sus palabras son un importante recordatorio en un momento donde está primando la reacción nacional.

“La catástrofe sanitaria deja claro que solo somos tan fuertes como el sistema sanitario más débil”, ha explicado, recordando también que “la solidaridad global no es solo un imperativo moral” sino que “va en interés de todo el mundo”. Y ha pedido alejarse “inmediatamente de la situación en que cada país toma sus propias estrategias” para encaminarse a una que asegure, “en total transparencia, una respuesta global coordinada, incluyendo ayudar a los países menos preparados para enfrentar la crisis”.

En términos económicos, su propuesta es cristalina. “Lo más fundamental”, ha dicho, es “concentrarse en la gente, en los más vulnerables, los trabajadores de bajos salarios, en los pequeños y medianos negocios. Eso significa dar apoyo, seguro y protección social y prevenir bancarrotas y pérdidas de empleo”.

“Necesitamos recursos directamente en las manos de la gente”, ha asegurado Guterres, que ha aplaudido medidas de protección social que están adoptando distintos países como cheques directos para los trabajadores afectados pero ha pedido “llevarlo al siguiente nivel para asegurar que el apoyo llega a los que dependen por completo de la economía informal y a los países menos capaces de responder”.

Diferenciando esta crisis de la del 2008, además, ha recordado que “inyectar capital en el sector financiero únicamente no es la respuesta” y ha pedido también el diseño de “respuestas fiscales y monetarias que aseguren que el peso no cae sobre los que menos pueden permitírselo”. Entre recetas específicas ha citado, por ejemplo, rebajar los intereses que se cobran por el envío de remesas acercándolos el máximo posible a cero, aliviar el peso de la deuda a los países más vulnerables y que organismos financieros como el FMI o el Banco Mundial apoyen a los países con más dificultades. “La recuperación no debe llegar sobre las espaldas de los más pobres y no se puede crear una legión de nuevos pobres”, ha subrayado.

Con advertencias sobre los riesgos específicos para niños y mujeres, urgiendo a "evitar que esta pandemia se vuelva una crisis de salud mental" y recordando que "no se pueden sacrificar necesidades humanitarias", su mensaje también ha incluido un elemento optimista de ver en la gestión de esta crisis una “oportunidad única. Si se hace bien podemos encaminar la recuperación hacia un camino más sostenible e inclusivo” ha dicho, sin dejar de advertir de que “políticas mal coordinadas arriesgan con fijar, o incluso empeorar, desigualdades ya insostenibles, haciendo retroceder avances de desarrollo y reducción de pobreza que había costado conseguir”.