«La Francia de hoy no tiene nada que ver con la Francia de De Gaulle y por eso mayo del 68 tiene que superarse». Thomas, un estudiante de Filosofía de 20 años que participa en una pequeña asamblea en la plaza del Panteón, a dos pasos de la Sorbona, que ayer anuló todos sus cursos y permanecía cerrada salvo para quienes asistieran a un examen.

Hace tres semanas la policía evacuó a los alumnos que ocupaban la mítica universidad para protestar contra la reforma de acceso a los estudios superiores que Emmanuel Macron implantará a partir del próximo curso. Un furgón de antidisturbios custodia la plaza en la que se mezclan estudiantes y turistas. El escenario es el mismo en el que un 3 de mayo de 1968 prendió la chispa de la revuelta que levantó los adoquines del barrio latino de París. Hoy, la movilización se repite pero en un contexto bien distinto.

«Evidentemente, ha tenido repercusión en nuestra época, pero lo que pasa hoy es diferente. Nosotros no somos los nuevos sesentayocheros, no somos los nuevos Cohn-Bendit, no somos los nuevos revolucionarios. En absoluto», dice Manu, de 21 años y alumna de Filosofía. Los estudiantes opuestos a la política educativa de Macron, el primero nacido después de 1968, ofrecen argumentos más pragmáticos que nostálgicos en su relectura de los acontecimientos que vivió el país hace medio siglo. «No se puede tener el mismo discurso que en mayo del 68 porque la sociedad no es la misma. Hay que adaptar la revolución», explica Blaise, estudiante de Historia de 22 años.