La apuesta era arriesgada y se diría que François Hollande la ha perdido. Las confidencias que vierte en ‘Un presidente no debería decir eso’ -un libro de 600 páginas fruto de numerosas entrevistas con dos periodistas del diario ‘Le Monde’- se han convertido en un campo minado para el actual inquilino del Elíseo a seis meses de las elecciones presidenciales.

Habrá que esperar a mediados de diciembre para saber si Hollande opta a un segundo mandato, pero no para confirmar el devastador efecto de sus palabras en un amplio espectro de la sociedad francesa que va desde el ámbito político hasta el estamento judicial. De las pullas del presidente ni siquiera se libra el mundo del fútbol.

Sorprendente unanimidad

Hollande ha logrado la sorprendente unanimidad de jueces y futbolistas que, horas después de que aparecieran en prensa los primeros extractos de la obra firmada por Gérard Davet y Fabrice Lhomme, han mostrado su irritación por los comentarios del jefe del Estado.

A los primeros les atribuye una supuesta “cobardía” y un desinterés por la política, unas palabras que los magistrados han tildado de “humillación”. “Es inconcebible que la crítica del presidente se utilice para difundir entre los franceses una visión tan degradante de la justicia”, se ha quejado el presidente del Tribunal de Casación, Bertrand Louvel .

A los segundos los compara con “chavales maleducados” a los que aconseja “ejercitar su cerebro”. El sindicato de fútbol profesional ha reaccionado acusándole de “populista”.

En las páginas del libro hay también ataques a su antecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy, a quien define como ‘el pequeño De Gaulle’; sugiere que las mujeres que hoy portan el velo islámico pueden ser las ‘Marianne’ de mañana, en alusión al símbolo de la República francesa; admite que el país “tiene un problema con el Islam” o que llegan demasiados inmigrantes sin papeles.

En las más de sesenta entrevistas realizadas por los reporteros se pasa revista a las mujeres que han compartido su vida con el presidente. Respecto a su actual novia, la actriz Julie Gayet, dice que su rechazo a oficializar la relación es un tema controvertido en la pareja.

Trierweiler, infeliz

A Valérie Trierweiler la ve como una mujer “infeliz” y “obsesionada” con Ségolène Royal, actual ministra de Ecología, expareja de Hollande y con la que ha tenido cuatro hijos. “La mujer a la que me siento más cercano es Ségolène. Está ahí cuando la necesito”, confiesa.

La cascada de críticas que ha generado el libro no se detiene en las filas de la oposición conservadora, donde se frotan las manos con el autogol del presidente. Miembros del partido gubernamental han expresado su estupor de manera anónima. “Triste, horrible, lamentable”, han dicho algunos diputados socialistas.

Ante este peligroso escenario, la guardia pretoriana del presidente se ha visto obligada este jueves a desactivar la bomba con el argumento de que se trata de un “ejercicio de transparencia”. Es lo que ha intentado el portavoz del Ejecutivo, Stéphane Le Foll, al señalar que puede que haya frases sacadas de contexto y que, efectivamente, pueden irritar y suscitar el debate.

No parece que este ejercicio de transparencia al que se ha prestado el presidente francés contribuya a mejorar una popularidad bajo mínimos. “’Un presidente no debería decir eso’. Rara vez el título de un libro encaja tan bien con el sentimiento que desata su lectura”, titulaba un diario local.