La ley de extradición de Hong Kong seguirá su tramitación prevista. Lo ha confirmado este lunes Carrie Lam, jefa del Gobierno hongkonés y principal diana de las multitudinarias protestas de ayer en la isla. La lideresa ha mostrado hoy un tono conciliador con los críticos y ha señalado la manifestación como una prueba de la salud democrática de Hong Kong que la oposición ve erosionada. No es probable que su discurso vaya a rebajar la tensión social.

"A aquellos que han expresado sus opiniones, tanto los que están de acuerdo con nosotros como los que están en desacuerdo, quiero darles las gracias porque el escrutinio de nuestro trabajo es un factor importante para la gestión de Hong Kong", ha dicho Lam en su esperada intervención. Ocurre que muy pocos en la excolonia están de acuerdo con una inquietante ley que podría permitir el envío de los fugitivos a la China continental. Lam ve el origen de las protestas en la deficiente política de comunicación de su Ejecutivo y ha prometido enmendarse. Las extradiciones, insiste, serán examinada por tribunales independientes y el Gobierno informará a la opinión pública de cada caso.

"Esta ley no ha sido dictada por el Partido Comunista, no he recibido ninguna instrucción", ha afirmado. La normativa, ha continuado, solo pretende acabar con las lagunas procedimentales que impiden a la isla enviar criminales a otros países con los que carece de tratado como Taiwán o China. "Hong Kong tiene que dar un paso adelante, nadie quiere que se convierta en un refugio de fugitivos", ha añadido. La ley será debatida este miércoles en el Legco o Parlamento hongkonés y el Ejecutivo pretende su aprobación en el próximo mes.

Presión de Pekín

Lam navega entre vientos opuestos. Por un lado, la presión de Pekín para que apruebe una ley que juzga imprescindible para atrapar a los violadores de sus leyes nacionales, ya sean delincuentes habituales o disidentes políticos. Y por otro, una sociedad que ha superado sus diferencias para defender la individualidad hongkonesa y que la isla no se convierta en otra ciudad china. Lam había prometido dos años atrás que dejaría el cargo si percibía la hostilidad del pueblo pero hoy, tras la mayor protesta que se recuerda en la excolonia, ha rechazado la dimisión.

Más de un millón de hongkoneses se echaron a las calles ayer para protestar contra la ley. Dobló en participación a la manifestación del 2003 contra una propuesta de ley sobre la seguridad nacional, igualmente inquietante, que fue descartada cuatro días después. La movilización de ayer fue pacífica hasta pasada la medianoche, cuando la policía evitó que cientos de jóvenes empezaran una sentada frente a la sede parlamentaria. Los fragorosos enfrentamientos dejaron varios policías y manifestantes heridos.

La prensa del interior ha vuelto a culpar a fantasmales fuerzas extranjeras de los disturbios en la excolonia. La ley es legítima y razonable, señala el 'China Daily', pero "desgraciadamente algunos hongkoneses han sido embaucados por la oposición y sus aliados foráneos". Esos elementos anónimos están "aprovechando su oportunidad para avanzar en su estrategia de dañar a China creando el caos en Hong Kong", añade en su editorial.