A base de tuits Donald Trump intenta maquillarlo pero el martes, en Alabama, el presidente de Estados Unidos recibió una serie de humillantes golpes que le dejan marcado política y personalmente. Doug Jones, un antiguo fiscal, se convirtió en el primer demócrata elegido para el Senado en un cuarto de siglo en el conservador estado sureño. Lo hizo derrotando a Roy Moore, un polémico candidato extremista salpicado por acusaciones de agresiones y acoso a adolescentes hace cuatro décadas, al que Trump había apoyado públicamente haciendo oídos sordos a la nueva conciencia de tolerancia cero ante los escándalos sexuales que se extiende en el país.

El resultado tiene trascendentes consecuencias. Reduce aún más, hasta 51-49, la ya frágil mayoría republicana en la Cámara Alta, dificultando la agenda legislativa del presidente y del Partido Republicano. Ya vieron fracasar estrepitosamente su intento de tumbar la reforma sanitaria de Barack Obama y no podrían permitirse más de una deserción con el nuevo reparto en el Senado si quieren sacar adelante su controvertida reforma fiscal. Quizá por eso este miércoles pisaban el acelerador para intentar votar la propuesta de ley la semana que viene, pese a las protestas de los demócratas, que piden esperar a que su nuevo senador llegue a la Cámara.

Lo sucedido en Alabama, además, también recuerda a Trump que flaquean tanto la estrategia populista que urdió con el agitador de la derecha radical Steve Bannon como la coalición de votantes que le sirvió para llegar a la Casa Blanca. Y las urnas le envían el mensaje de que no todo, ni cualquiera, vale. Aún parece haber límites.

La resistencia

Como ya pasó en noviembre en elecciones estatales, especialmente la de gobernador de Virginia, la resistencia a Trump se ha plasmado en Alabama en una histórica victoria demócrata en un feudo republicano que el presidente se llevó cómodamente el año pasado con 28 puntos de ventaja sobre Hillary Clinton. Concretamente, en Alabama ha jugado un papel clave la alta participación de votantes negros, un 30% del electorado, entregado al 98% al demócrata Jones, y donde en particular ha sido trascendental la movilización de las mujeres. Y aunque la profunda brecha racial del estado sigue evidenciándose con el dominio de Moore entre el voto blanco, ha habido también una deserción dentro de ese grupo de votantes en los suburbios, otro factor extremadamente preocupante para Trump y los republicanos en próximas citas electorales.

El caso de Alabama ha sido especial porque el septuagenario Moore, un antiguo juez expulsado dos veces del Supremo estatal por no respetar las leyes; ultraconservador cristiano, islamófobo, homófobo y acusado de haber forzado o intentado relaciones inapropiadas con adolescentes cuando era un treintañero, era un candidato demasiado tóxico incluso para algunos republicanos. El senador Richard Shelby, por ejemplo, anunció el fin de semana que le resultaba imposible votarle. Y él se cuenta entre el 1,7% de los votantes que anularon su voto escribiendo un nombre alternativo, una rebelión mayoritariamente republicana que, como asumió Trump, ha tenido un fuerte impacto en unos comicios decididos a favor del demócrata Jones por solo un 1,5% de ventaja.

La guerra civil republicana

El caso de Alabama también es la última encarnación de la guerra civil en la que vive sumido el Partido Republicano desde que con claros objetivos electoralistas abrió sus puertas a movimientos extremistas, primero el Tea Party y luego la derecha nacionalista radical y de supremacistas blancos de Bannon. Aunque el aparato intentó frenar inicialmente a Moore y consiguió que Trump apoyara a su rival en primarias, fracasaron y Moore fue elegido candidato.

Cuando ‘The Washington Post’ reveló en noviembre las acusaciones sexuales en su contra, líderes republicanos en el partido y en el Congreso intentaron distanciarle de él, le retiraron el apoyo económico y hasta le instaron a abandonar. Pero Trump, que en primarias había desoído a Bannon, decidió apoyar al polémico Moore plenamente en la recta final de la campaña. El Partido Republicano abandonó de nuevo sus principios y siguió al presidente. El martes todos ellos -Trump, Bannon, los republicanos y Moore-perdieron.