L as imágenes del pasado sábado en el corazón político de Berlín no tienen precedente en la historia reciente de Alemania: varios cientos de manifestantes, muchos de ellos con banderas del antiguo imperio alemán, tumbaron las barreras que rodeaban el Parlamento federal para abordar las escaleras del edificio histórico del Reichstag e intentar asaltarlo. La policía se vio superada en un primer momento y posteriormente consiguió controlar la situación.

Ya era, sin embargo, tarde para evitar el objetivo de ultraderechistas y neonazis: el movimiento Reichsbürger —conformado por activistas que niegan la existencia legal de República Federal fundada en 1949 y aseguran que el imperio alemán es la única entidad legítima— consiguió la imagen propagandística que estaba buscando, y con ella, la indignación de buena parte del país.

«Banderas imperiales y un asalto ultraderechista ante el Parlamento suponen un ataque inaceptable al corazón de nuestra democracia», escribió ayer el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, en su página de Facebook. «Quien quiera protestar por las medidas anticorona o dudar de su necesidad, puede hacerlo públicamente. Pero mi compresión acaba allá donde los manifestantes se dejan llevar por los enemigos de la democracia», añadía Steinmeier con un estilo muy directo, poco habitual en las declaraciones públicas del jefe del estado.

El fallido «asalto al Bundestag» no debería haber sido el momento más destacado de la jornada. La plataforma Querdenken-711 (pensamiento transversal) había vuelto a convocar a una manifestación en la capital alemana para protestar contra las medidas tomadas por el Gobierno federal y los 16 estados federados ante la pandemia.

Prácticamente todo el arco parlamentario se distanció ayer de la nueva marcha anticovid; la única fuerza política con representación federal que coquetea desde el inicio con estas manifestaciones es la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD).

«Gracias a todos los que se manifestaron ayer (por el sábado) pacíficamente por la libertad y la democracia. Los pocos alborotadores no restarán importancia a este éxito de la protesta ciudadana contra los partidos establecidos», escribió en Twitter Tino Chrupalla, portavoz federal de AfD.

Los ultras, divididos y en su peor momento de los últimos años, intentan aprovechar esa nueva ola de descontento con la vista puesta en las elecciones federales del 2021. H