Las Fuerzas Armadas venezolanas desplegaron ayer nuevos ejercicios cívicomilitares para demostrar su capacidad operativa y exhibir unidad con Nicolás Maduro. Pero la obediencia de los uniformados se pone en juego en la frontera colombiana. Bajo la tutela norteamericana, ha comenzado a organizarse la ayuda humanitaria que buscará muy pronto entrar a un territorio donde la escasez de medicinas llega al 85% y abundan las consignas estatales que llaman a resistir. En medio de los preparativos, un coronel médico del Ejército, Rubén Alberto Paz Jiménez, reconoció a Juan Guaidó como presidente interino y pidió a sus compañeros de armas que desobedezcan la orden de Maduro de rechazar los envíos acopiados en la ciudad colombiana de Cúcuta, pegada a la frontera con Venezuela.

Bendecido por la Administración Trump y otros 59 países, entre ellos los de la UE, Guaidó participó en una misa y encomendó la suerte de los venezolanos al Altísimo. Pero, con los pies en la tierra, reiteró que la sociedad volverá a marchar durante la semana en las calles para hacer realidad su exigencia en el tema humanitario. «Podemos salvar vidas con la ayuda», dijo. En los próximos días se instalarán más puntos de almacenamiento de alimentos y medicinas, seguramente en Brasil y en una colonia holandesa del Caribe.

«No hay crisis humanitaria, se han causado heridas sociales producto del bloqueo financiero», insistió desde Caracas Delcy Rodríguez, vicepresidenta del Ejecutivo. Rodríguez está convencida de que se trata de un caballo de Troya que busca abrir la puerta a una intervención. El Gobierno exhibe a su vez una encuesta según la cual un 80% de los consultados rechazan una acción de EEUU en Venezuela. En las calles de Caracas, y en medio de la búsqueda incansable de bienes de primera necesidad en el mercado negro, chavistas y antichavistas tienen un ojo puesto en Cúcuta y el paso que la conecta con la tensa Táchira. Los sindicatos del sector de la salud coinciden en que si la ayuda humanitaria llega a horadar los cordones militares, deben ser la Cruz Roja y Cáritas las encargadas de distribuirla.

ESCENARIOS / El analista Luis Vicente León reconoce que la iniciativa ya no es solo un asunto de ayuda social sino «preponderantemente político». Si EEUU, pese al rechazo del Gobierno, decide avanzar hacia territorio venezolano con ayuda de Colombia y Brasil y la autorización de Guaidó, el chavismo afronta un gran dilema. Si Maduro ordenara detener los envíos, Washington podría considerarlo un acto hostil de autoridades que no reconoce. «Sería una causa de intervención militar», detalla León. Pero la Administración Trump y Guaidó apuestan a la par a otro naipe: en algún momento, un sector militar podría negarse a repeler la ayuda. Eso, advierte León, provocaría una implosión. En el remoto caso de que Maduro acepte recibir las medicinas «estaría reconociendo su debilidad».

Heinz Dieterich, el sociólogo alemán que, durante sus años de simpatía con Chávez acuñó la definición «Socialismo del siglo XXI» cree que otros actores pueden ayudar a resolver el conflicto. «Solo China y Rusia tienen las llaves para abrir un futuro de paz. El método es muy sencillo. Tienen que hablar con Maduro y marcarle un ultimátum; que se vaya al exilio y se organice la transición de una manera democrática y transparente». Los halcones norteamericanos ya avisaron de que es tarde para eso.