Treinta y seis días dura ya la huelga en los transportes franceses sin que se vislumbre una salida clara al pulso que mantienen Gobierno y sindicatos en torno a la reforma del sistema de pensiones. En vísperas de una nueva reunión con los agentes sociales, las centrales han sacado a la calle a miles de personas para mantener la presión y exigir la retirada del texto. Ayer se habían convocado cerca de 30 manifestaciones en todo el país en la cuarta jornada de movilización desde el inicio de la contestación el pasado 5 de diciembre.

«Estoy aquí para hacer frente a un Gobierno que destruye poco a poco todos los derechos adquiridos desde la segunda guerra mundial para hacerle regalos a los más ricos», decía Alexandre, de 46 años, mientras sujetaba en la plaza de la República de París la pancarta del Teatre du Soleil, un teatro con medio siglo de historia.

El sindicato CGT cifró en 370.000 los manifestantes en la capital (44.000 según un recuento independiente de diversos medios franceses), más que los 350.000 que salieron el pasado 17 de diciembre.

Como en anteriores ocasiones desfilaron abogados, personal sanitario y de Air France, profesores, conductores de tren, trabajadores del metro y profesionales de la Ópera de París que temen una «catástrofe» si desaparece el actual régimen especial que les permite jubilarse a diferentes edades en función de la dureza de su oficio.

«Un bailarín no puede bailar hasta los 64 años. Si esta reforma se aprueba dejará a mucha gente en la calle. El riesgo es que los buenos se vayan a compañías norteamericanas donde ganarán más, y eso sería una catástrofe para Francia porque dejaría de brillar en una disciplina en la que somos punteros», se queja Jean Charles Monsiero, 52 años, músico y representante sindical de Fuerza Obrera.

Emmanuel Macron prometió durante la campaña electoral fundir los 42 regímenes especiales de jubilación actuales en un sistema universal por puntos, pero el proyecto del presidente tropieza con la resistencia de los sindicatos más beligerantes -CGT y FO- y el rechazo de la central reformista CFDT, que si bien apoya el sistema universal se niega a situar la edad real de jubilación en los 64 años para equilibrar las cuentas de la Seguridad Social.

Movimiento ‘thatcherista’

«Es terrible ver la obstinación del Gobierno en romper un contrato social con el pretexto de que hay que salvar un contrato social. Es un movimiento thatcherista. Quiere imponerse sea cual sea el precio financiero y social», se lamenta Pierre Hervé, de 65 años, actor y socio de la prestigiosa Comédie francesa, una institución de la que, a su juicio, el Estado se desentiende.

Hervé acusa al Gobierno de polarizar a la sociedad francesa y advierte del riesgo de radicalización. «La gente no hace la huelga más larga desde Mayo del 68 para rendirse y retroceder. Irá hasta el final», avisa.

El Gobierno llevará el proyecto de ley al Consejo de Ministros el próximo 22 de enero. El principal escollo para lograr el visto bueno de la CFDT es la «edad pivote o de equilibrio» que sitúa en los 64 años la edad para cobrar el 100% de la pensión.

Aunque los paros complican la vida de los usuarios del transporte público, la opinión pública sigue apoyando la protesta. El 61% de los franceses la encuentra justificada, aunque el 57% vería bien que se terminara la huelga, según un sondeo realizado por Odoxa para Le Figaro y France Info.