El Gobierno israelí anunció ayer que ya ha cerrado un total de 106 colegios y guarderías después de que 330 alumnos y profesores hayan dado positivo por coronavirus desde el reinicio del curso escolar hace tres semanas.

Este nuevo cierre afecta a más de 16.000 alumnos y personal de las escuelas afectadas, y que actualmente se encuentran bajo cuarentena domiciliaria.

Además, otros cuatro diputados israelís tuvieron que pasar la cuarentena en sus hogares, porque habían tenido contacto en los días anteriores con su compañero de la Lista Conjunta Árabe Sami Abu Shehadeh, quien confirmó su contagio el miércoles pasado. «Todos debemos asumir que la batalla aún no ha terminado», expresó el diputado árabe en redes sociales.

La rapidez con la que Israel cerró el país para contener el virus solo se ha visto igualada por su celeridad a la hora de reabrirlo. Los colegios reanudaron su actividad el pasado 17 de mayo y hoteles, piscinas y restaurantes hicieron lo mismo diez días después.

PLAYAS REPLETAS / Las playas de Israel están ahora repletas de bañistas que, según testigos citados por la agencia DPA, están haciendo caso omiso del uso obligatorio de la mascarilla.

Hasta ayer el país ha registrado un total de 17.783 casos y 297 fallecidos por la epidemia, tras nuevos repuntes de casos que han obligado a las autoridades a plantearse la posibilidad de advertir sobre un segundo brote de contagios.

De hecho, y según el canal N12, el director general saliente del Ministerio de Salud, Moshe Bar Siman Tov, se refirió al reciente aumento de personas infectadas como una «segunda ola», aunque posteriormente negó haber puesto en su boca la citada afirmación.

El nuevo viceministro de Salud de Israel, Yoav Kisch, se apresuró a matizar que «es demasiado pronto para decir que estamos experimentando un nuevo brote», en declaraciones a la emisora Reshet Bet.