El primer día de desescalada parcial en Italia, después de más de 50 días de encierro y con 4,5 millones de trabajadores de regreso a sus empresas, transcurrió con una sorprendente normalidad. Los observadores se preguntan si se ha debido a la cautela, al miedo o al sentido de responsabilidad.

Mientras se divulgan las cifras totales de los muertos en estos días, dramáticamente superiores a cuanto las estadísticas dejaban entrever, la primera desescalada -la segunda será a partir de 18 de este mes- ha funcionado. A pesar de una cierta confusión administrativa que obligó, por ejemplo, a cambiar este mismo domingo el último certificado de responsabilidad. El cuarto en dos meses.

Desde ayer, los trenes de norte a sur de la península han pasado de uno solo por día a tres, todos repletos de pasajeros que habían reservado con antelación. La mayoría eran personas atrapadas por el encierro en algún lugar distinto de su residencia, como los universitarios. El último de los 160 decretos aprobados en estos meses permite regresar a las regiones donde realmente se tiene la residencia.

En todas las estaciones y aeropuertos, la totalidad de los pasajeros tuvieron que hacer cola para pasar la medición de la temperatura. Por encima de los 37,5 grados, los viajeros debieron de someterse a un análisis rápido que, de resultar positivo, les obligaba a ser derivados a un hospital. Todos tuvieron que viajar con mascarilla y guantes.

En las principales estaciones del país se registró un aumento de pasajeros de entre un 30% y un 40%, que se atribuyó a los trabajadores que por primera vez volvían a sus empresas.

Los bares pudieron abrir, pero solamente para entregar los pedidos y para que los clientes lo consumieran en la calle, lo que provocó una presencia más alta de público de los habitual estos días al aire libre, cada persona separada de las demás y con mascarillas que subían y bajaban para tomar el café o una cerveza. El Ayuntamiento de Milán evaluó que el tráfico automovilístico aumentó en un 30%, el mismo porcentaje que en Roma.

CURIOSIDAD Y EXTRAÑEZA / La primera etapa de la apertura también afectó a las parejas de hecho y a las relaciones estables, lo que permitió que muchos jóvenes viajasen hacia las localidades de sus parejas. Si las mismas se encontraban en regiones diferentes de la propia, no pudieron desplazarse, ya que entre regiones puede viajar, por ahora, solo por razones sanitarias, laborales y de urgencia.

A pesar de la normalidad de la jornada, en todas las capitales se vieron pocas personas en las calles, en muchos casos con cara de curiosidad y de extrañeza, a excepción de los barrios más populares. En la ciudad de Nápoles todos o casi todos los que salieron a las calles lo hicieron con las mascarillas puestas, aunque en muchos casos sin guardar las distancias, como ya se vio meses atrás. «Si en dos semanas los contagios vuelven a subir, volveremos al encierro», insistieron las autoridades durante todo el día.

Las cifras de ayer facilitadas por Protección Civil señalan 195 muertos más que el domingo, 1.225 curados nuevos y 199 positivos que se añaden a los 100.179 del día anterior. En total, entre muertos, positivos y curados, Italia registró hasta ayer 211.938 afectados de una u otra manera por el covid-19.

CIFRAS DIARIAS / Ayer, el Instituto Superior de Sanidad (ISS) y el de Estadística (ISTAT) ilustraron el verdadero drama que se «escondía» detrás de las cifras que se ofrecen cada día sobre el número de afectados por el coronavirus. El recuento global señala que en toda Italia, principalmente en las regiones del norte del país (Piamonte, Lombardía, Veneto y Emilia-Romagna), han muerto en lo que va de año un promedio del 49,4% más personas que en el 2019.

En Bérgamo, uno de los epicentros de la pandemia, han fallecido seis veces más personas que a lo largo del año pasado. En algunos pueblos y ciudades del norte de Italia, los aumentos de personas fallecidas oscila entre el 300% y el 500%.