Ayer 46 millones de italianos que, con los residentes en el extranjero suman más de 50 millones, acudieron a las urnas para renovar el Parlamento (630 diputados y 315 senadores), aunque hasta dentro de aproximadamente unos dos meses los electores no sabrán quien les gobernará en los próximos cinco años.

La razón es que, según los sondeos que no se pueden publicar en Italia, ningún partido o coalición conseguirá el 40% de los votos, necesarios para gobernar, aunque, como demuestran las últimas elecciones en Francia, España, Alemania y en el referéndum del brexit, los sondeos no siempre aciertan.

De manera que, solo muy entrada la primavera podría instalarse en el Palazzo Chigo -la Moncloa de Italia- una coalición de centroderecha, que cuenta con un peso pesado como la xenófoba y antieuropísta Liga (antes Liga Norte). O podrían acceder finalmente a la cabina de mando los inexpertos pero indignados por como van las cosas, del Movimiento 5 Estrellas (M5S), que también se las traen contra Europa. O podría vencer de nuevo -sería un milagro, según los sondeos- el centroizquierda: en un país donde los conservadores son mayoría, votar a la izquierda en este momento significa paradójicamente estabilidad, al contrario de lo que ofrecen las derechas y los indignados.

Los indecisos / La incertidumbre de los resultados depende en parte pero no exclusivamente de los indecisos, entre un 30% y un 35%. «Una parte de ellos decide el voto mientras camina hacia el colegio electoral», explican los centros de análisis. La ley electoral resulta muy enrevesada, si se compara con las de otros países de la Unión Europea (UE).

La aprobaron todos los partidos, menos el M5S, porque precisamente parece diseñada para impedir que estos puedan vencer. Es por ello que el escrutinio probablemente dará una victoria en votos a los indignados, una casi victoria en escaños al centroderecha y lo mismo al centroizquierda. Pero dado que ninguno alcanzaría el 40%, los partidos y coaliciones tendrán que negociar.

El árbitro será el presidente de la República, Sergio Mattarella, a quien la Constitución le marca los pasos. Pero tampoco podrá ignorar la presión en favor de la estabilidad política que ejercen las instancias internacionales. Si las opiniones expresadas estos días por los inversores de Wall Street, la City de Londres o la bolsa de Milán se pudieran resumir en una fórmula política, sería la de que los partidos italianos formen una gran coalición. Pero eso es precisamente lo que todos los partidos y coaliciones han rechazado ante los electores. Aunque los adversarios podrían ponerse de acuerdo para apoyar por un tiempo al Ejecutivo de Paolo Gentiloni mientras el Parlamento elabora otra ley electoral y se convocan nuevos comicios.

Sea como sea, a partir de hoy Italia no será la misma que surgió de la segunda guerra mundial y prosiguió fundamentalmente con los mismos equilibrios políticos hasta hoy. Los analistas coinciden en afirmar que las derechas han sabido cabalgar la globalización y el aumento de las desigualdades. También ha propiciado el miedo a la falsa «invasión» de inmigrantes, atribuyéndola a la UE. «La protesta y el desencanto» se han instalado electoralmente en Italia, escribió Mario Calabresi, director de La Stampa.

Estos días está en Roma Steve Bannon, artífice de la campaña electoral de Donald Trump -y después defenestrado- que representa a la derecha más radical de EEUU. «Vigila» el voto, explica a sus interlocutores, sin aclarar qué significa la expresión, aunque ha hablado por teléfono y quizás se vea con Matteo Salvini, líder de la xenófoba Liga.

El exprimer ministro francés Manuel Valls también sigue de cerca las elecciones de Italia, que considera «un laboratorio» sobre cómo se traducen políticamente los cambios económicos y sociales. La izquierda «no ha conseguido dar una respuesta a la globalización, a las desigualdades que ha creado y a los islamistas», ha afirmado.

Para simplificar la complejidad del voto, Interior ha explicado que ofrecerá los resultados de los colegios donde se haya votado con el sistema mayoritario (1/3) y después los del sistema proporcional (2/3). Posteriormente, en una noche electoral que se prevé dure hasta el almuerzo de mañana lunes, se conocerá el resto, que es lo que puede dar una idea sobre quien gobernará Italia.