Un nuevo capítulo se abre en el tablero geopolítico. China e Italia sellaron este sábado un acuerdo para que Roma integre el plan chino de la nueva Ruta de la Seda (Belt and Road Initiative, por su nombre en inglés). Además de prever la intensificación de la relación comercial entre los dos países e inversiones masivas por parte de China, el pacto puede alterar el posicionamiento de Italia en su relación con sus socios euroatlánticos.

De poco sirvió la presión combinada de Bruselas y de Estados Unidos, el país que —en plena ofensiva comercial contra China— mayormente se irritó por la iniciativa italiana. Tampoco frenó que el presidente francés, Emmanuel Macron, solicitara una política común europea frente al expansionismo económico de Pekín. En solitario, ansiosa de revertir el curso de su agónica economía, Italia decidió convertirse en el primer país miembro del G7 y socio fundador de la Unión Europea en adherirse formalmente al plan chino.

DECISIÓN CONVULSA / La sacudida ha sido máxima. El pacto alcanzado, que se firmó en ocasión de la visita del presidente chino, Xi Jinping, a Italia se forjó tras ocho meses de negociación. Su resultado inmediato han sido 19 acuerdos institucionales y 10 comerciales, que han involucrado al sector energético, las infraestructuras, los transportes y la banca, por una cifra mínima de 7.000 millones de euros que podría alcanzar los 20.000 millones, según el Gobierno italiano.

«Hemos alcanzado nuestro objetivo. Significa que habrá más puestos de trabajo y más empresas», afirmó Luigi Di Maio, vicepresidente y líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5S). «Italia no quiere dejar atrás a sus socios europeos. Seguimos firmemente en la alianza euroatlántica. (…) Pero hoy Italia quiso llegar primera, en un asunto de comercio exterior», continuó Di Maio, al sugerir que el principal objetivo es revertir el desequilibro comercial con Pekín. Las exportaciones italianas a China equivalen a unos 13.000 millones de euros, mientras que las importaciones superan los 30.000 millones. E Italia se coloca por detrás de Alemania, Francia y Reino Unido, en ventas al país asiático.

En verdad el pacto suscrito es un memorando de entendimiento, no vinculante, que ha ido aparejado de acuerdos que han involucrado a algunas empresas significativas. La multinacional italiana Ansaldo Energía firmó dos acuerdos con China United Gas Turbine Tecnology, y la poderosa petrolera italiana ENI, otro con Bank of China. Entidad que también acordó con la italiana Caja de Depósitos y Préstamos para que esta pueda «obtener capital» utilizando los llamados bonos panda, unos títulos en yuanes emitidos en el mercado de la deuda chino, según explicó Lin Jingzhen, de Bank of China.

También se ha previsto un pacto la constructora China Communication Construction Company y el puerto de Génova, y otro con el puerto de Trieste, destinado a potenciar el comercio hacia el centro y este de Europa. Mientras que el grupo Danieli se comprometió a construir una planta siderúrgica en Azerbaiyán con China CAMC Engineering.