La fiscalía de Catania ordenó ayer domingo la inmovilización del barco de la oenegé catalana Proactiva Open Arms según confirmaron fuentes de la organización que preside Oscar Camps. El barco que rescata refugiados en el Mediterráneo se encuentra retenido en el puerto siciliano de Pozzallo (Italia), donde atracó el sábado tras emprender un rescate de 218 inmigrantes a unas 70 millas de Libia. El barco está confiscado preventivamente, acusado de favorecer “la inmigración clandestina y la asociación criminal”. Proactiva Open Arms es la única oenegé española que rescata inmigrantes en el Mediterráneo.

Según la acusación, el barco español tendría "la voluntad de llevar inmigrantes a Italia" y habría "violado la ley y los acuerdos internacionales al no entregarlos a las autoridades libios". La policía italiana se presentó la mañana a bordo y exigió la documentación a su capitán Marc Reig y a la jefa de misión de la oenegé Anabel Montes.

El barco atracó el sábado en el puerto italiano tras un incidente con unidades de guardacostas de Libia cuando emprendía un rescate de inmigrantes a unas 73 millas de la costa libia, muy lejos de su jurisdicción. Proactiva Open Arms y los periodistas que participaban en la travesía denunciaron amenazas por parte de los guardacostas libios, que impidieron que la mayoría de los inmigrantes pudieran acercarse al barco español.

La autoridad marítima libia acusó a la organización humanitaria española y a las demás que trabajan en el rescate de personas en Libia de interferir en las operaciones y de violar sus aguas territoriales, pese a que estas operan más allá de las 25 millas correspondientes. El barco de Proactiva Open Arms pudo seguir navegando con 218 migrantes a bordo, pero no pudo desembarcarlos hasta el sábado debido a la reticencia de las autoridades libias a concederles un puerto en el que atracar.

Grupos de defensa de los derechos humanos han denunciado los supuestos vínculos entre la Guardia Costera libia y las mafias que trafican con seres humanos en Libia, ya que aseguran que estas últimas avisan a los militares de la salida, y que incluso antiguos contrabandistas están ahora al mando de las patrulleras. Migrantes llegados a las costas de Europa aseguran, por su parte, que no desean ser rescatados por las autoridades libias, ya que su destino son centros de detención y cárceles en malas condiciones en los que se comenten abusos.

Las playas que se extienden entre Trípoli y la frontera con Túnez se han convertido en los últimos dos años en el bastión principal de las mafias que trafican con seres humanos, pese a la presencia de las patrulleras europeas.