El éxito de las primarias de la derecha -en las que solo en la primera vuelta han participado más de 4 millones de votantes- empieza a generar angustia en la izquierda francesa, que afronta su propio proceso de primarias a finales del próximo mes de enero sin saber a estas alturas si François Hollande optará a la reelección.

La pésima popularidad del presidente y la división en las filas del socialismo auguran una derrota de la izquierda en las presidenciales porque, según todos los sondeos, el Elíseo se lo disputarán en mayo el candidato de la derecha y la ultraderechista Marine Le Pen.

El electorado que llevó a Hollande al poder en el 2012, derrotando por escaso margen al conservador Nicolas Sarkozy, le ha dado ahora la espalda, decepcionado por cinco años de políticas liberales que han soliviantado a la izquierda sin lograr una mejora palpable de la situación económica.

En los círculos próximos al jefe del Estado muchos han dejado de verle como el candidato natural de la izquierda. Más bien al contrario, temen que les conduzca a una debacle. Especialmente tras la aparición el pasado mes de octubre del libro ‘Un presidente no debería decir eso’, firmado por dos periodistas del diario ‘Le Monde’.

CONFIDENCIAS POLÉMICAS

Las confidencias del presidente -que van desde un inusitado menosprecio a los los jueces hasta su dudas sobre la inteligencia de los futbolistas- han abochornado a muchos dirigentes socialistas y terminado por arruinar la escasa credibilidad que le quedaba.

Un plan B empezó entonces a diseñarse dirigiendo las miradas hacia Manuel Valls. A diferencia del exministro de Economía, Emmanuel Macron, que lanzó en solitario su carrera al Elíseo en vísperas de las primarias de la derecha, el primer ministro se ha mostrado hasta ahora fiel a Hollande.

Sin embargo, Valls multiplica los guiños sobre una eventual candidatura a las presidenciales en caso de que Hollande no se presente y rompe amarras con el presidente. En una entrevista al 'Journal de Dimanche', Valls ha señalado este domingo que "en cuestión de días" tomará la decisión de si se presenta o no las primarias que la izquierda organizará el 22 y 27 de enero.

El primer ministro presiona también para que Hollande se decida cuanto antes, dado que el 15 de diciembre culmina el plazo para presentar las candidaturas. “Las decisiones que se tomen deben tener únicamente en cuenta el interés de Francia, de la izquierda y de su familia política”, ha advertido.

De momento, hay varios líderes que han anunciado su intención de concurrir a las elecciones internas. Tres son representantes del ala izquierda del PS. Se trata del ‘rebelde’ ex ministro de Economía,Arnaud Montebourg, la senadora de París, Marie Noëlle Lienemann, y el exministro de Economía Benoît Hamon.

La nómina la completan Gérard Filoche, miembro del Consejo Nacional del Partido Socialista; Jean-Luc Bennahmias , del Frente Demócrata, y el ecologista François de Rugy, cuya candidatura provocó una escisión en el movimiento verde. Sólo Montebourg parece hacerle sombra a Hollande.

PENDIENTES DE HOLLANDE

De la decisión de Hollande dependerá igualmente la aparición de más aspirantes. Ya se ha insinuado la ex ministra de Justicia, Christiane Taubira, que abandonó el Ejecutivo en enero del 2016 por su desacuerdo con la propuesta del jefe del Estado de retirar la nacionalidad francesa a los condenados por terrorismo, iniciativa que no llegó a adoptarse.

Para caldear el ambiente, el presidente de la Asamblea Nacional,Claude Bartolone, ha dado la campanada este sábado en Bondy, en la periferia de París, en unas jornadas bautizadas con el nombre de ‘Encrucijada de izquierdas’invitando a Hollande y a Valls a participar en las primarias.

“Si uno y otro creen que tienen un proyecto para Francia, si creen que tienen algo que decir a los franceses, que vayan a las primarias. Dado que desde hace 15 días parece que hay un debate entre el presidente y el primer ministro, que vayan frente a los militantes de izquierda y se presenten los dos como candidatos. Lo que necesita la izquierda es un electroshock para salir de la idea de que todo está perdido”, ha dicho.

LA MUERTE DEL SOCIALISMO

Al hacer su propuesta en un foro convocado a iniciativa de la ex ministra y alcaldesa de Lille Martine Aubry -artífice de la jornada laboral de 35 horas y abiertamente hostil a la visión liberal encarnada por el socialismo de Manuel Valls- Bartolone abre varias guerras: entre el presidente y su primer ministro y entre dos izquierdas irreconciliables, la de Valls y la de Aubry.

La previsible derrota en las presidenciales, unida a la hemorragia electoral que sufre desde el 2012 -ha perdido las municipales del 2014 y las regionales del 2015- parece condenar al socialismo a una larga travesía del desierto.

“Lo que está en juego es la existencia misma del partido. ¿En qué se convertirá el Partido Socialista si fracasa en primavera?. No me apetece que el Congreso de otoño del 2017 sea el de su funeral”, reflexionaba el diputado Sébastien Piedrasanta.