David Brown, jefe de policía de Dallas, sabe mucho más de lo que cuenta estos días en televisión sobre el dolor y la pérdida por la violencia armada. Antes de sufrir la muerte el jueves pasado de varios de sus agentes, Brown afrontó la pérdida de un hijo, de un hermano y de un compañero de patrulla.

Corría 1988 cuando el actual jefe de policía de Dallas respondió a la alerta de un tiroteo en el que se informaba de un agente abatido, relata el diario local "The Dallas Morning News". Al llegar a la escena del crimen, Brown vio un par de gafas que le resultaban familiares y su temor se confirmó: la víctima era su compañero de academia Walter Williams.

Tres años después, la violencia se acercó aún más a su vida, esta vez acabando con la de su hermano menor, Kelvin Brown, quien falleció en Fénix (Arizona) a manos de unos narcotraficantes. Pero 20 años después, la pena sería aún más fuerte. En junio de 2010, apenas dos meses después de su nombramiento como jefe de policía de Dallas, lloró la muerte de su hijo.

El joven Brown, de 27 años, que sufría bipolaridad, golpeó a su novia, disparó a otro joven y mató a un policía. Otro agente de seguridad respondió al tiroteo y de disparó hasta 12 ocasiones. En aquel momento, Brown llegó incluso a reunirse con los familiares víctimas de su hijo para disculparse.