La esperada candidatura de Joe Biden se ha oficializado este jueves. Con un vídeo de casi tres minutos y medio de duración donde el foco está puesto en la denuncia de Donald Trump y la reivindicación de la idea y los valores centrales de Estados Unidos, el antiguo senador y vicepresidente durante los dos mandatos de Barack Obama ha confirmado finalmente que buscará la nominación demócrata para las presidenciales de 2020, una carrera con 20 aspirantes ya.

Las encuestas por ahora colocan a Biden en un favorable punto de partida: las lidera tanto en popularidad como en opciones de ganar a Trump. El veterano político que lleva casi cinco décadas en la política nacional, no obstante, enfrenta retos, y no solo frente al mandatario republicano.

Con un Partido Demócrata donde las bases confirman un giro hacia la izquierda, y con Bernie Sanders, el senador independiente socialista de Vermont como máximo rival, Biden representa al aparato más centrista y moderado. Es también un hombre blanco septuagenario en un diverso campo que incluye seis mujeres, cinco personas negras, un hispano, un gay y candidatos mileniales que no habían nacido cuando él entró en política.

Desde que Biden lo hizo a nivel local en 1970 y al nacional llegando al Senado en 1973, Biden ha acumulado equipaje político, en algunos casos pesado, como algunas posiciones en política exterior, el impulso a políticas que favorecieron el encarcelamiento masivo que afecta desproporcionadamente a negros o su desastrosa actuación durante el testimonio por acoso sexual de Anita Hill, la mujer que testificó contra la nominación del juez Clarence Thomas. No ayuda que recientemente varias mujeres acusaran a Biden de haberles hecho sentir incómodas con sus gestos o que el vídeo que grabó para tratar de justificar sus muestras públicas de afecto como bienintencionadas, en la era del #MeToo, quedara lejos de una disculpa.

Biden, además, nunca ha sido el más prolífico recaudador de fondos y llega a la carrera cuando los otros candidatos ya han recaudado 75 millones de dólares, muchos de ellos basados en pequeñas donaciones de ciudadanos corrientes. Su primer acto tras el anuncio oficial, que será este mismo jueves una cena con grandes donantes, apunta a uno de los potenciales problemas de su candidatura, especialmente cuando otros aspirantes y parte de las bases han convertido el rechazo de la influencia de grandes donantes y grandes corporaciones en la política.

Biden, pese a todo, también explotará sus puntos fuertes y cree que, en su tercer intento tras los fallidos de 1998 y 2008, puede ser el candidato para recuperar parte del votante blanco de clase trabajadora que, desencantado, pasó de votar demócrata a ayudar a elegir a Trump. El lunes tiene previsto un acto apoyado por los sindicatos y el principal de bomberos del país va a darle su apoyo.

Biden buscará también resucitar parte del aura de la presidencia de Obama y de su legado en contraste con la de Trump. En el vídeo de lanzamiento de candidatura, de hecho, una de las primeras imágenes es la de los violentos altercados protagonizados por neonazis y supremacistas blancos en Charlottesville en 2017 tras los que Trump dijo que había gente muy buena en los dos lados". Biden llega a comparar la situación con la de Europa en los años 30 y alerta de que si el actual mandatario pasa ocho años en la Casa Blanca alterará de forma fundamental y para siempre quiénes somos.