La exasesora de Seguridad Nacional explicó en las audiencias privadas que su jefe, John Bolton, le avisó de que Giuliani era «una granada de mano» que les iba a explotar y cargó contra la «narrativa ficticia» que acusa a Ucrania, no a Rusia, de estar tras la injerencia electoral.

El testimonio del embajador de Estados Unidos ante la Unión Europea supuso un punto de inflexión en el proceso de impeachment al reforzar la tesis del soborno y verbalizar que Trump orquestó la operación para presionar a Ucrania. «Todo el mundo estaba al tanto», dijo.

Destituida en mayo como embajadora de EEUU en Ucrania supuestamente por la presión que ejerció, entre otros, Giuliani, Denunció en el Congreso la «degradación» de los servicios diplomáticos, mientras Trump tuiteaba en su contra. «Creo que el objetivo es intimidar», dijo.

El exenviado especial a Ucrania -dimitió tras salir a la luz la denuncia del whistleblower- entregó en octubre al Congreso los mensajes en los que se confirma que diplomáticos de EEUU presionaron a Kiev para que investigara a Biden y condicionaron la visita de Zelenski a la Casa Blanca.

El todopoderoso consejero de Seguridad Nacional hasta septiembre podría ser uno de los testigos más peligrosos si acaba testificando. Su abogado mandó una carta al Congreso en la que apuntaba que Bolton tiene conocimiento de «conversaciones y encuentros relevantes».