Los ultraconservadores británicos se han hecho con el control del Gobierno en el Reino Unido. Boris Johnson no ha dejado títere con cabeza. En cuestión de minutos, el nuevo primer ministro borró del mapa de un plumazo a la inmensa mayoría los miembros del antiguo Ejecutivo de Theresa May. No hubo remodelación, sino ruptura. Johnson ha colocado en los puestos clave a los más acérrimos defensores del brexit duro, fieles de momento, a su persona y a su causa.

Sajid Javid, hasta ahora ministro del Interior, es el nuevo responsable de Finanzas. Priti Patel, una de las cabecillas de la campaña a favor de la salida durante el referéndum, se pone al frente del ministerio de Interior. Dominic Raab, que propuso cerrar este otoño el Parlamento, recibió la cartera de Asuntos Exteriores. Stephen Barclay permanece en el ministerio para el Brexit. Ben Wallace, un incondicional de Johnson, llevará Defensa, Liz Truss, Mercado Exterior y Michael Gove, será el chancellor del Ducado de Lancaster, un cargo sin cartera, pero importante. Uno de los nuevos asesores del primer ministro es Dominic Cummings, el cerebro detrás de la campaña de 'Vote Leave', que encarnó el actor Benedict Cumberbatch en un drama para televisión sobre el brexit.

Nuevo acuerdo

Porque de drama debemos hablar. Con un discurso incoherente y brabucón, más propio del candidato de campaña que del nuevo estadista que debería ser, Johnson reiteró enfáticamente que sacará al Reino Unido de la Unión Europea el 31 de octubre sea como sea y los que lo duden se equivocan. Se mostró convencido de poder imponer a la Unión Europa la reapertura del pacto. Vamos a hacer un nuevo acuerdo, un acuerdo mejor, que maximice las oportunidades que el brexit nos puede dar, para desarrollar una nueva y excitante asociación con el resto de Europa, basada en el mercado libre y el apoyo mutuo. Pero si no hay renegociación, los británicos, advirtió, deben estar listos para una salida sin acuerdo. Es vital que nos preparemos para la posibilidad remota de que Bruselas se niegue a negociar más y nos veamos forzados a marcharnos sin acuerdo, no porque queramos esa solución, por supuesto que no, pero es de sentido común estar preparados. Y, a los que siguen profetizando un desastre, les dijo que no subestimen este país.

Johnson elucubró con la posibilidad de lograr un acuerdo sin controles en la frontera de Irlanda, porque nos negamos, bajo cualquier circunstancia, a esos controles y al antidemocrático backstop. En su alocución ante la famosa puerta del 10 de Downing Street, proclamó que quienes apuestan contra Gran Bretaña van a perder, porque vamos a restaurar la confianza en nuestra democracia. En el tono enérgico que esperaban escuchar los extremistas del brexit, prometió actuar rápidamente. Confío plenamente en que en 99 días podemos zanjar el asunto. Pero no vamos a esperar 99 días, porque los británicos están cansados de esperar. Ha llegado el momento de actuar, de tomar decisiones, que nos den un fuerte liderazgo y cambie nuestro país para mejor. El nuevo primer ministro reiteró el derecho a permanecer en el país de los ciudadanos de la Unión Europea que residen en él.

Agenda casera

Johnson también marcó sus objetivos y prioridades en la agenda doméstica. Anunció el aumento de 20.000 policías más en las calles, la reducción del tiempo de espera para ver al médico de familia, la protección a los jubilados a fin de que no tengan que vender la casa para pagar por los cuidados que necesitan. También prometió la mejora de la enseñanza primaria y secundaria, una red nueva de infraestructuras para carreteras y trenes, banda ancha de internet, salarios más altos, mayor productividad y el derecho a millones de jóvenes de poseer su propia vivienda, así como dar a los negocios la confianza de invertir en todo el Reino Unido. Hay que unir al país respondiendo las peticiones de la gente olvidada. Con su rostro más liberal defendió la igualdad de cada ciudadano, independientemente de raza, género, o de su orientación sexual, así como la libertad de expresión, valores, todos ellos auténticamente británicos. Johnson pareció olvidar que carece de mayoría para llevar a cabo sus planes. Una elección general anticipada es la única solución posible.

La audiencia entre la reina y quien se convirtió en el ministro número 55 que tiene el Reino Unido y el 14 al que ha encargado formar Gobierno la longeva soberana, duró cuarenta minutos. Camino del tradicional encuentro, el coche de Johnson y su comitiva se vieron bloqueados en el Mall por un grupo de manifestantes de Greenpeace. A su regreso, escuchando sus palabras ante las cámaras y entre el grupo de sus colaboradores, se hallaba en primera fila Carrie Symonds, la novia de Johnson, que llega a Downing Street en pleno proceso de divorcio.