La prudencia se impone en el entorno de Josep Borrell. El resultado de su examen como candidato a vicepresidente de la Comisión Europea y nuevo jefe de la diplomacia europea no se conocerá hasta esta mañana, pero el ministro de Exteriores en funciones consiguió ayer salir airoso del interrogatorio de tres horas al que fue sometido en la comisión de exteriores de la Eurocámara, que le despidió con aplausos tras una intervención preparada, controlada y sin derrapes. Borrell, que presumió de dotes lingüísticas interviniendo en inglés, francés, español e italiano, sabía de antemano que tendría que responder a preguntas sobre Cataluña, Kosovo, la venta de acciones de Abengoa, o sus polémicas declaraciones sobre los «cuatro indios americanos muertos».

Y así fue desde la primera pregunta que le lanzó el popular español Antonio López Istúriz. «Sabe perfectamente que comparto su preocupación», respondió Borrell, pero «no voy a decir nada sobre el problema interno de un país aunque sea el mío», zanjó cuestionado sobre cuál será su posición sobre Cataluña. Igual de contundente fue al ser interrogado sobre el caso Abengoa. Negó que dispusiera de información privilegiada y dejó claro que si la tenía «era estúpido» porque solo vendió el 7% de su cartera de acciones y mantuvo el 93% con pérdidas de 300.000 euros.

Borrell cerró filas con las sanciones a Rusia, mientras el Kremlin no cambie de actitud en Ucrania; apoyó las sanciones individuales al régimen de Nicolás Maduro, siempre que no afecten al pueblo venezolano, la necesidad de apoyar el acuerdo de desnuclearización de Irán, la estrategia de Mogherini en relación a Cuba y la búsqueda de un acuerdo entre Serbia y Kosovo, territorio autodeclarado independiente en el 2008 y que España no reconoce.

Para lograr el aprobado, Borrell necesitará hoy el apoyo de dos tercios de los votos en la reunión de coordinadores de exteriores. «No voy a prejuzgar la decisión pero bien hecho», valoró el presidente de la comisión de exteriores, el conservador alemán David McAllister.