A primera hora de la mañana los pescadores colocan su mercancía en el Viejo Puerto frente a la enorme marquesina de acero de Norman Foster que refleja el movimiento de los viandantes. "Marsella ya no es Marsella. El próximo alcalde debería dejarnos aparcar en el muelle y hacer un párking para los coches que vienen a comprar pescado. El alcalde Jean Claude Gaudin ha destruido la ciudad, que está llena de corruptos", se queja Michael, de 62 años y toda la vida en el mar, antes de las elecciones locales francesas, cuya primera vuelta se celebra el 15 de marzo y la segunda, una semana después.

En la segunda ciudad francesa está en juego la sucesión de Gaudin, el histórico alcalde de derechas , de 80 años, que no se presenta a la reelección tras 25 años en el consistorio. Acusado por sus detractores de emplear más energía en su propia carrera política que en la gestión local, el barón de Los Republicanos (LR) ha modernizado Marsella, pero deja un balance contestado, una derecha dividida y un desequilibrio territorial entre una zona norte con enormes bolsas de pobreza y un sur poblado por contribuyentes al impuesto sobre la fortuna.

Siete candidatos aspiran a ocupar su despacho en un tablero político que ha agitado rivalidades, traiciones y alianzas como en los siete reinos de 'Juego de tronos'. Los sondeos apuntan a una victoria de la presidenta del Departamento, Martine Vassal, 58 años y heredera de Gaudin, a quien le pisa los talones el senador ultraderechista de 52 años Stéphane Ravier.

En tercera posición aparece Primavera marsellesa, una inédita coalición de izquierdas integrada por 11 formaciones, entre ellas el partido socialista, el comunista y la Francia Insumisa, liderada por la ecologista disidente Michèle Rubirola, doctora de 63 años. Completan el cuadro el ecologista Sébastien Barles, la exsocialista Samia Ghali, el candidato del partido presidencial La Republique en Marche (LREM) Yvon Berland, y el disidente de Los Republicanos Bruno Gilles.

Una crisis inesperada

"Marsella está llena de paradojas. Es una ciudad popular gobernada desde hace 25 años por la derecha, con una mezcla de población de todo el Mediterráneo desde hace siglos y un gran voto del Frente Nacional", resume en el cuartel general de Primavera marsellesa el concejal comunista Jean-Marc Coppola, quien atribuye la longevidad de Gaudin a una abstención récord del 50%.

Esta vez cree que las cosas serán distintas. Un drama precipitó, a su juicio, el declive del alcalde y la voluntad de cambio. Ocurrió el 5 de noviembre del 2018, cuando murieron ocho personas al derrumbarse varios edificios insalubres de la calle de Aubagne, en pleno centro. Días más tarde, miles de marselleses fueron evacuados por el mal estado de sus casas dejando al descubierto una crisis que las asociaciones surgidas tras la catástrofe quieren ver en el centro de la campaña.

"El ayuntamiento tiene que asumir su papel, controlar a los propietarios sin escrúpulos, las condiciones de higiene y de seguridad y atender las demandas de la gente que vive en sitios indecentes con riesgo de hundimiento", explica Zohra, miembro del Colectivo 5 de noviembre.

Con 40.000 demandas de pisos de protección oficial, la vivienda es una prioridad pero no es la única, según Jérémy Bacchi, secretario departamental del Partido Comunista y cabeza de lista de Primavera marsellesa en los sectores 13 y 14 de Marsella, los más poblados y gobernados desde el 2014 por Reagrupación Nacional (ex Frente Nacional).

"A veces tenemos la impresión de estar en el Tercer Mundo cuando en las escuelas los niños ven correr las ratas por el suelo o los maestros nos dicen que si llueve lo hace en todas las aulas. No es lo mejor para garantizar la igualdad de oportunidades", se lamenta.

Retos por abordar

Por historia y geografía, Marsella está asociada al crimen organizado y al tráfico de droga, aunque el investigador del Laboratorio Mediterráneo de Sociología, Laurent Mucchielli, asegura que el índice de criminalidad no es superior al de París o Niza y culpa al ayuntamiento de inacción.

"No hizo nada hasta el 2011, cuando lanzó una política de seguridad muy costosa basada en la policía municipal y la vídeovigilancia. Aumentó la actividad de la policía y de la justicia, pero no arregló el problema porque las causas profundas, como violencia familiar, fracaso escolar, paro, pobreza y desigualdades sociales, no se han abordado", explica por correo electrónico a EL PERIÓDICO.

Jérémy Bacchy responsabiliza a Nicolas Sarkozy por eliminar la policía de proximidad. "Tuvo un impacto muy negativo, igual que la reducción del personal en las aduanas, porque eso hace que las armas circulen libremente. De todas formas Marsella no es el Chicago francés", sostiene. "La inseguridad es global, no se limita solo a las agresiones. Es también una necesidad de servicios públicos", defiende.

"Ya no estamos en los tiempos de la 'French connection'", abunda Jean-Marc Coppola aludiendo a la película de William Friedkin sobre la mafia corsa de Marsella que lideraba el tráfico de heroína en los años sesenta del pasado siglo.

"El marsellés está orgulloso de su ciudad. No hay que quitarle su identidad. Creo que todo debería seguir igual", dice en su tienda de jabones Michel, de 53 años, defendiendo la continuidad del clan Gaudin. El 22 de marzo sabrá si las cosas seguirán igual o si los marselleses optan por el cambio.