Luiz Inacio Lula da Silva abandonará la prisión de Curitiba después de 580 días de una condena que siempre se ha considerado injusta y montada para allanarle el camino al Gobierno a la ultraderecha. El juez federal Danilo Pereira Junior dictaminó su salida inmediata en cumplimiento del dictamen del Tribunal Supremo del pasado jueves, según el cual ningún condenado puede estar preso antes de que se resuelvan todos los recursos a los que tiene derecho. De esta manera, el Supremo volvió sobre sus pasos cuando avalaba que la segunda instancia ya era la causa de estar detrás de las rejas, como ocurrió con el expresidente.

Lula fue condenado a una pena de ocho años y diez meses por haber recibido a cambio de favores políticos un apartamento que nunca ocupó ni del que poseía escritura. El fundador del Partido de los Trabajadores (PT) fue llevado a la prisión después de que el Tribunal Regional Federal 4 de Porto Alegre confirmara la sentencia de Sergio Moro, el exjuez de primera instancia y actual ministro de Seguridad de Bolsonaro, cuya inocultable parcialidad en la causa salió a luz a raíz de las filtraciones de los diálogos del entonces magistrado con el fiscal Deltan Dallagnol.

El presidente Jair Bolsonaro no pudo ocultar su desagrado con la noticia y la comentó de manera lateral, con un encendido elogio a Moro. «Parte de lo que sucede en política en Brasil se lo debemos a él. Si lo compara con una cadena, quizás el eslabón más fuerte. De no haber cumplido bien su misión, yo no estaría aquí», dijo en referencia a su presidencia.