La primera ministra británica, Theresa May, no activará el artículo 50 del Tratado que desencadena el proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea hasta marzo de 2017. Hasta entonces confía en ir preparando el terreno y situar a Londres en una posición de fuerza ante un divorcio que se augura feo y largo. Sus socios europeos ya han dejado claro que no le facilitarán la tarea ni un milímetro y que serán “intransigentes” ante sus maniobras.

“No vamos a negociar antes de recibir la carta de adiós del gobierno británico. Tiene que ser evidente que si el Reino Unido quiere tener libre acceso al mercado interior, todas las reglas y libertades que rodean al mercado interior deben ser respetadas de forma integral. No se puede tener un pie fuera y otro dentro y con el pie de fuera destruir todo lo que se ha construido. Sobre este punto debemos ser intransigentes”, ha zanjado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante un discurso pronunciado en el Instituto Jacques Delors de París.

El democristiano luxemburgués ha aprovechado los veinte años que acaba de cumplir este think tank francés para descubrir algunas de las cartas que está jugando el Ejecutivo de May, que ha convertido el control migratorio en su prioridad de cara a las negociaciones. “Están intentando explicar a los industriales del continente que hace falta que las relaciones sean lo más amistosas posibles.”, ha relatado Juncker.

Y, sí, corroboraba el jefe de filas del Ejecutivo comunitario. “Pero no puede ser que sectores enteros de la industria europea mantengan conversaciones secretas en cuartos oscuros y con las cortinas cerradas con los enviados del gobierno británico para venir dentro de un año y decirnos mira Michel -por el negociador de la Comisión Europea Europea Michel Barnier- no se puede hacer de otra forma. Es necesario comerciar como antes y la libre circulación de personas no es nada en comparación con las ventajas que podemos sacar de las relaciones comerciales con Reino Unido”, alerta.

¿EL FIN DE EUROPA?

En su opinión, si la Unión Europea empieza a “deshacer el mercado interior en función de la voluntad de un Estado que ha deseado marcharse inauguramos el fin de Europa”, alertaba. Bruselas endurece así el tono y marca territorio ante el próximo Consejo Europeo del 20 y 21 de octubre, el primero al que acudirá Theresa May como primera ministra de Reino Unido. Aunque el 'brexit' no figura en el orden del día es evidente que se ha convertido en la preocupación número uno de los gobiernos europeos, que de momento han cerrado filas entorno a un principio básico de la UE: las cuatro libertades fundamentales (de personas, de capitales, de bienes y de servicios).

“Si nosotros no decimos que el acceso total al mercado interior (europeo) está ligado plenamente a la plena libre circulación, entones desencadenaremos un movimiento que se extenderá por toda Europa y donde todo el mundo acabará haciendo lo que quiere”, advertía el lunes desde Berlín la cancillera alemana Angela Merkel durante un encuentro con la industria en el que también participaron Juncker y su colega François Hollande. “No van a ser negociaciones fáciles”, admitía sobre la batalla que se les viene encima.

“Reino Unido ha decidido hacer un 'brexit', creo que duro, así que hace falta ir hasta el final de la viluntad de los británicos de salir de la UE”, proclamaba este jueves Hollande. Nadie en la Unión Europea quiere un brexit “traumático” ni rodeado de “drama”, admite un diplomático europeo, pero la dirección de la salida, con mayor o menor dureza, está ya marcada.